Por Sandra Choroszczcucha – Politóloga y Profesora de la Universidad de Buenos Aires. www.sandrach.com.ar
A la vista de todos y todas se observan la desarticulación y riña entre los sectores que conforman el oficialista Frente de Todos (FdT). Se constata, por un lado, un enfrentamiento entre el presidente Alberto Fernández con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) que, junto con el ala dura que la acompaña, La Cámpora, critican y burlan constantemente al presidente y le restan más legitimidad que la que él mismo supo perder. CFK por su parte juega a ser oficialista y opositora, según convenga; cuando hay que dar órdenes y fijar la agenda pública es la jefa del oficialismo, cuando hay que rendir cuentas por el estado de situación calamitoso económico y social se coloca en modo opositora, y culpa de todos nuestros males al presidente y al nuevo ministro de Economía Sergio Massa, que se encuentra ajustando la economía, en contra de los intereses de los ciudadanos que siguen sucumbiendo en la pobreza y la indigencia.
Mes a mes nos enfrentamos a una inflación que alcanza el 7%, llegaremos a una inflación anual que superará el 100% y la marginalidad escala y escala, y con esto escala la posibilidad de que este desgobierno que desgobierna tan mal, ya no gobierne en 2023.
Del otro lado, tenemos a la coalición Juntos por el Cambio (JxC) que a la vista de todos y todas nos muestra también desarticulación y riña entre los sectores que la conforman. Comencemos por el principio. ¿Por qué? porque así podremos entender muchísimo mejor estas riñas que por momentos parecen insólitas pero que son coherentes si a la historia nos remitimos.
El PRO se creó en el año 2005 con Mauricio Macri como fundador de esta nueva fuerza.
En 2011 hubo elecciones generales y en estas elecciones triunfó la peronista Cristina Fernández de Kirchner del Frente para la Victoria con 53,9% de los votos, en segundo lugar se ubicó Hermes Binner del Partido Socialista con 16,8% de los votos, en tercer lugar, Ricardo Alfonsín de la Unión Cívica Radical (UCR) con un porcentaje de 11,1%, en cuarto lugar se ubicó el peronista Alberto Rodríguez Saa de Otro País es Posible con 8% de los votos, y en quinto lugar, Eduardo Duhalde por el Partido Justicialista propiamente dicho, con 5,9% de apoyo electoral.
En esta elección, el macrismo no formó parte de la lista radical ni apoyó al partido radical, y Jorge Macri, el primo de Mauricio, participó en la única lista que llevó la rúbrica del Partido Peronista o Justicialista, la de Eduardo Duhalde, el mismo Duhalde que fuera vicepresidente y gobernador de la Provincia de Buenos Aires (PBA) en la gestión de Carlos Menem durante la década de los ´90. Previo a las primarias que se celebraron en agosto de 2011, Jorge Macri manifestaba públicamente “Vamos a pedir la adhesión en la lista de Duhalde, ya hicimos el requerimiento en la Justicia para que nos otorgue este beneficio…”. Y finalmente la Justicia Electoral habilitó, frente al recurso presentado por el PRO, a que Jorge Macri pueda adherir a la lista de Duhalde en PBA, para competir por el cargo de gobernador bonaerense.
El macrismo se conforma a partir de un grupo de dirigentes, que comulgaron y participaron activamente con anterioridad dentro de las filas del peronismo, Rogelio Frigerio, Horacio Rodríguez Larreta, Hernán Lombardi, Cristian Ritondo, Patricia Bullrich (que fue Montonera), los Macri, etc., etc., etc. ¿Y esto está mal? Ni bien ni mal, pero aquello que sí está mal es que hoy el macrismo se coloque como el opositor número 1 de una fuerza que es la que lo representó siempre hasta que decidió conformar su propuesta republicana. ¿Y qué más está mal? Que dentro del macrismo, o para ser más exactos dentro del PRO, algunos se peleen por ser más antiperonistas que otros y que su campaña se concentre en esto y solo en esto. “Hay que ganarle al peronismo” parece ser la consigna única del PRO y el leitmotiv de la coalición Juntos por el Cambio, con cantidad de radicales que también comenzaron a sentir que el antiguamente adversario peronista hoy se transformó en un enemigo al cual destrozar en las urnas y que esto debe lograrse junto a ex peronistas que hoy odian al peronismo, sin demasiadas propuestas, propuestas que se necesitan imperiosamente para resolver la crisis terrible que está legando el gobierno del FdT. En este orden de cosas, porque hay un orden de cosas si uno rastrea la historia y deja de lado los slogans y los relatos para la ocasión, en la coalición opositora nos encontramos con dos grupos que se enfrentan: los supuestos “blandos” y los “duros”, en el PRO se los denomina “las palomas” y “los halcones”, y el radicalismo según juegue con “las palomas” larretistas o “los halcones” macristas juega para los “blandos” o los “duros”; por su parte la Coalición Cívica se ubica más homogéneamente entre los “blandos” de la coalición.
“Los halcones” del PRO hacen muy buenas migas con Javier Milei, el libertario de Libertad Avanza que es tan neoliberal que quiere explotar hasta el mismo Banco Central en su afán de hacer desaparecer el Estado y es tan desregulado su liberalismo que pretende que el mercado incluso defina la oferta y demanda de niños y órganos para que estos pueden comercializarse libremente al mejor postor.
Un tema aparte, o no aparte, es que Milei detesta al radicalismo y a la Coalición Cívica y a “las palomas” del PRO, y esto complica más aun la buena convivencia al interior de Juntos por el Cambio, ya que Mauricio Macri, Patricia Bullrich, el ex operador de CFK en el poder Legislativo y actual ultra macrista, Miguel Ángel Pichetto, y otros más, encantados ansían una alianza con Milei con el cual comparten ideas, modos de hacer política y estrategias para poder ganar la elección en 2023. Y Mauricio Macri también, según Carrió, “tiene que dejar de despreciar al radicalismo” y sería sano que deje de hacerlo luego de haber ninguneado a Hipólito Yrigoyen y de haber calificado al partido centenario de ejercer “populismo light”.
¿Esto quiere decir que, a diferencia de “los halcones” Horacio Rodríguez Larreta es “blando” y quiere compartir poder con el radicalismo, el socio mayoritario de la coalición, que aportó territorialidad a lo largo y a lo ancho del país cuando el PRO no tenía un solo (no sé cómo llamarlo porque no tienen comités ni unidades básicas), un solo espacio formal de afiliación, pasando la Av. General Paz y el Puente Pueyrredón? No, Rodríguez Larreta no es “blando” y lo demostró en la última elección legislativa cuando se empeñó, sin poder lograrlo, en que ninguna lista sea encabezada por radicales o dirigentes de otras fuerzas que conforman la coalición, o cuando invitó al “halcón” Jorge Macri a que forme parte de su gabinete para que ocupe un súper cargo, sabiendo que Jorge Macri, como buen duhaldista/menemista, sabe batallar y hegemonizar poder. Y así, Rodríguez Larreta y Jorge Macri tuvieron varias charlas donde el ex intendente de Vicente López nos contaba a través de medios de comunicación, como en esas charlas concluían que “el PRO debía seguir siendo el tronco de la coalición y ocupar los cargos para la presidencia, la jefatura porteña y la gobernación bonaerense”. Jorge Macri parecía empezar a jugar para “Rodríguez Larreta presidente”, pero, de repente, se reunió para evaluar jugar para la “halcona” “Patricia Bullrich presidente”, quien disputa con pujanza ese cargo al actual jefe porteño.
¿Qué pasa que Rodríguez Larreta apoya a Jorge Macri o a Soledad Acuña o a Fernán Quirós del PRO pero también apoya (y parece que con mayor interés) a Martín Lousteau de la UCR para que puedan llegar a ocupar en 2023 la jefatura del gobierno porteño? Pasa que Horacio Rodríguez Larreta ya lleva dos gestiones sucesivas como jefe porteño, por eso no puede ser reelecto y pasa que, si Rodríguez Larreta no llega a presidente en 2023, probablemente no quede ni como simple peón en el dichoso tablero, durante, por lo menos, la próxima gestión.
Y para llegar a ser presidente en 2023, Rodríguez Larreta necesita que Patricia Bullrich y Mauricio Macri, que amaga a que sí y a que no será candidato, no le opaquen tal propósito. Con María Eugenia Vidal pareciera que Rodríguez Larreta combinó que el que mejor midiera se presentará como presidente, pero si Rodríguez Larreta da un paso al costado se hace jaque mate, en cambio Vidal podría ser jefa de gobierno porteño y ser una más de las postulantes al cargo que sirvió muy bien de puente hasta el momento, para luego llegar a la presidencia. Si Mauricio Macri compite tiene altas chances de ganar la interna a Rodríguez Larreta para presidente, excepto que Rodríguez Larreta atraiga mucho voto del radicalismo y de las demás fuerzas más “blandas” de la coalición. Si Patricia Bullrich compite puede ganar la interna a Rodríguez Larreta, excepto que Rodríguez Larreta atraiga mucho voto del radicalismo y de las demás fuerzas más “blandas” de la coalición. Por eso conciliar con un radical, Martín Lousteau, y con todos los radicales posibles, es de alta conveniencia para Rodríguez Larreta, que no quiere quedar fuera del juego electoral en 2023 y más allá.
¿Y qué pasa con Jorge Macri? Si Mauricio Macri llega a ser presidente difícilmente Jorge Macri llegue a ser jefe de gobierno porteño, técnicamente puede llegar a serlo, pero, en el marco de las banderas que levanta el PRO de la ética política y de “basta de privilegios”, que ambos Macris ocupen listas y ganen, uno la presidencia y otro la jefatura de la capital de los argentinos, “sonaría mal”. Y si Jorge Macri aspira a ser jefe de gobierno porteño porque quiere más adelante ser presidente, que obvio que lo quiere, Jorge Macri seguramente prefiera que Mauricio Macri no sea el próximo presidente y que lo sea en cambio, Patricia Bullrich, en el peor de los casos, porque negocia menos con los socios de la coalición, Rodríguez Larreta en un mejor escenario porque capta votos y apoyo de otros sectores de la coalición, y hasta el kirchnerismo en el mejor de los casos, así la maldita re maldita herencia le queda al kirchnerismo, y si Jorge Macri ocupa en 2023 la jefatura porteña y gestiona más o menos bien el distrito más rico del país, en 2027 podría ser el próximo presidente salvador de los argentinos.
¿Y los radicales? Los dirigentes políticos del partido centenario, se levantaron luego de estar arrodillados de 2015 a 2019, pero a pesar de este despertar, donde por momentos se los ve con las convicciones bien en alto y unidos bajo el paraguas morado, con frecuencia se pelean unos con otros, y se pelean mayormente para ver quien apoya o secunda al PRO, “blando” o “duro”. Facundo Manes parece ser el único radical presidenciable que no se doblega ante el PRO, sin embargo, por momentos parece conciliar en demasía con el oficialista FdT que está gobernando más que horrible, y esto, lógicamente, cae mal al electorado de JxC.
¿Y Milei que dicen que puede jugar a ganador? Milei molesta al PRO porque captura los votos de la derecha, por eso aliarse con él es una solución, pero Milei odia al radicalismo y a “las palomas” del PRO y a la Coalición Cívica, así que si Mauricio Macri quiere menos “populismo light” deberá apartarse de sus socios radicales, de Carrió y de “las palomas” del PRO; y así, si el radicalismo sigue apostando a pelearse entre los suyos y a secundar al PRO, quedaría un tablero más PRO, para que Rodríguez Larreta lidere la coalición, y para que Mauricio Macri lidere otra coalición con los defensores manifiestos de los años 90, Milei incluido.
¿Existe una figura más oportunista y calculadora que Jorge Macri? Probablemente su ex amigo Sergio Massa (que nace de las filas de la UCD y hoy, luego de despreciarlos, se abraza con “los ñoquis de La Cámpora”), su compañera “halcona” Patricia Bullrich (que fue ultra peronista y montonera, y hoy es la presidenta del PRO) y su compañero “paloma” Horacio Rodríguez Larreta (que quiso copar con PRO PRO PRO en las últimas elecciones legislativas y que hoy se muestra más radical que Yrigoyen).
Mente retorcida la de la columnista, pero el devenir de los acontecimientos develará si la verdadera retorcida no es la táctica política de los futuros candidatos, de un lado y otro de la Argentina partida, que especulan mezquinamente, sin colocar en su agenda las penurias terribles que aquí y ahora viven los argentinos.