Sandra Choroszczucha – Politóloga y Profesora de la UBA

Mañana en la tarde se cumplirán 8 años de la muerte de mi papá. Mi papá murió el 31 de diciembre de 2017 en una preciosura de clínica privada de la ciudad porteña, y el diagnóstico que nos indicaron al momento de su fallecimiento fue “neumonía”.  Siendo mi papá una persona cardíaca suponíamos que lo indicado era que lo ingresen de inmediato a terapia intensiva, pero nos dijeron que habían pocas camas disponibles, y la indicación médica fue esperar un poco más. 

Así, mi papá que ingresó a la preciosa clínica un lunes 18 de diciembre, se quedó apenas unas horas en su habitación esperando a que llegue el comienzo del fin. Transcurría esa noche y mi mamá nos llamó a mi hermana y a mí para que vayamos inmediatamente a la clínica, porque mi papá se había descompensando. Jamás olvidaré esas imágenes, mi papá saltaba literalmente de la camilla mientras le daban oxígeno; pensé que se trataba de un infarto, pero los médicos nos dijeron que se trataba de un shock séptico. 

Así, tarde, muy tarde, mi papá ingresó de urgencia a terapia intensiva. Lo indujeron a un coma para analizar su estado de salud y diagnosticaron que tenía efectivamente neumonía. Pero como era una persona operada del corazón y con severas patologías cardiológicas culminó haciendo un ACV y se descompensó su sistema circulatorio además del respiratorio. Mi papá fue recibido en la clínica un 18 de diciembre, le negaron ingresar en terapia intensiva, esa misma noche se descompensó y nunca más lo volvimos a ver despierto y a los 13 días murió.

Habían pasado tres meses de su muerte y yo no lograba dormir bien por las noches, y me di cuenta que no podía estar en paz conciliando mi sueño porque necesitaba respuestas, ¿por qué mi papá se murió si los médicos dijeron esa misma noche que no era necesario ingresarlo en terapia intensiva cuando insistíamos con que lo hagan porque se trataba de un paciente de riesgo que se sentía realmente mal? Las respuestas de médicos y autoridades del lugar es que no pudieron ver la gravedad del paciente, pero ese paciente, mi papá, se atendía en esta prepaga hacía décadas y tenían su historial médico completo para poder revisarlo y actuar como correspondía. 

Como hija y como analista política empecinada también en entender qué nos pasa en Argentina cuando necesitamos que nos brinden servicios de salud, tengo mucho para decir. 

Hay que valorar a la salud pública

Primero, contarles que antes que este episodio que culminó con la vida de mi papá, sufrimos otros, como relaté mi papá fue operado del corazón, además era hipertenso, etc. Por tal motivo, mi papá había estado internado en otros momentos en estas clínicas privadas super preciosas, pero quien le salvó literalmente la vida en aquellos momentos fue un médico que lo llamábamos cuando aparecía un tema de emergencia, un médico del Hospital de Clínicas. Así, fue un médico del hospital público quien se puso al frente en momentos difíciles para salvar la vida de mi papá.  

Me quedó claro que el mejor plan de la más top de las prepagas no pudo salvar la vida de mi papá, sino que mi papá fue tratado como un cliente más y no como un paciente grave. Y me quedó claro que el médico que sí pudo salvar a mi papá varias veces cuando en estas clínicas lujosas no lo cuidaban bien fue un médico del hospital público.

¿Esto quiere decir que es mejor el hospital público que el privado? No. ¿Esto pretende ser una queja contra la salud privada o contra el personal médico de la salud privada? No. Hay excelentes médicos y enfermeros y técnicos en la salud privada.

Esto pretende destacar que, frecuentemente, los profesionales del hospital público están mejor capacitados para atender patologías de todo tipo y principalmente patologías graves. Pensando en CABA ¡Cuántas veces uno tiene mucha más confianza si lo puede atender un médico del Hospital Fernández, o del Hospital Rivadavia, o del Hospital de Clínicas, o del Instituto Oftalmológico Lagleyze o del Hospital Garrahan o del de niños Ricardo Gutiérrez! 

Y existe un argumento absolutamente racional que puede explicar que trabajen tan bien los profesionales de la salud pública: los mejores promedios de la Universidad de Medicina son lo que ingresan para realizar las residencias en los hospitales públicos, y los mejores promedios los obtienen los alumnos que más estudian y más saben, y los alumnos que más estudian y más saben son los que luego como profesionales más conocimientos tienen para curar y salvar vidas. Si a esto le agregamos un concepto tan básico y vital, el que en una institución médica pública sos un paciente y nunca un cliente, la vida prima antes que cualquier otro beneficio. 

La salud pública es o debería ser sagrada, y los profesionales de la salud pública son de primer nivel en la república argentina. Y siendo justos y sin banderías políticas, la salud pública nunca fue reconocida ni financiada como merece. La falta de insumos y la falta de turnos se sufren hacen décadas, aunque el plantel que trabaja en los hospitales públicos es un verdadero tesoro.

Aquí y ahora

Si la salud pública que vela por la mejor atención médica para todos los argentinos que la requieran, hace décadas no es financiada ni reconocida como merece serlo ¿Está bien que un gobierno venga a manifestar abiertamente que debe desfinanciarse aun más y así reventarla del todo? ¿Está bien que un gobierno se jacte de vetar leyes que pretenden poner un freno al desfinanciamiento que sufrió el Garrahan y la salud pediátrica? ¿Está bien que un gobierno se jacte de desfinanciar los servicios vitales para la discapacidad? ¿Está bien que un gobierno proponga en el presupuesto del año entrante que la salud y la discapacidad sigan desfinanciándose?  

La salud pública en Argentina es una maravilla, los invito a que la comparen con países que son considerados modelo, como Canadá, donde no existe la salud preventiva y te otorgan turnos con demoras de hasta cuatro años. O la salud en Uruguay, donde tantas cosas funcionan de modo tan excelente, pero si alguien sufre de una patología grave suele pedir una interconsulta en Argentina. O en tantos otros países donde muchas cosas funcionan muy bien, pero la salud no.

En Argentina la salud pública es prestigiosísima porque los profesionales de la salud pública son un lujo, por eso en lugar de mejorar las condiciones de trabajo y la calidad de vida de estos profesionales, pretender desmejorarla es de ignorantes y de miserables.

¡Feliz año para todos! ¡Salud para todos los argentinos! ¡Y qué viva la salud pública!