La Trastienda

El próximo domingo serán las elecciones primarias, abiertas y obligatorias en todo el país. Las dos principales coaliciones, Unión Por la Patria y Juntos por el Cambio, comienzan a acaparar la mayor atención de un electorado ciertamente preocupado por otras urgencias. También, el espacio de La Libertad Avanza, busca un lugar en el podio. En Córdoba, todos posan sus miradas, y sus intereses, y se suma la opción de la cordobesista Hacemos.

Juan Schiaretti, el gobernador provincial y precandidato presidencial, el ministro de Economía, Sergio Massa, de UPP, Patricia Bullrich y Horacio Larreta, de Juntos, y Javier Milei, de LLA, se sienten competitivos en Córdoba. También, Juan Grabois, de UPP, a su modo, siente que puede hacerse un lugar en la provincia.

Con diferentes argumentos los mencionados aseveran que tienen mucho por sumar en cada rincón de este distrito, el segundo por cantidad de votantes en el territorio nacional, y por lo tanto, han desplegado una catarata de estrategias y acciones que se coronarán esta ultima semana de campaña.

El PJ provincial, ahora con doble comando, tiene diferentes motivaciones pero un objetivo unificado: obtener el primer lugar en el terruño propio, asegurarse entonces el pase a la elección de octubre, y bregar entonces por colar, de ser posible, tres diputados de Hacemos en el Congreso. 

Para diciembre, con el recambio presidencial, Schiaretti pregona a los cuatro vientos un apoyo a quien imagina vencedor, el jefe de CABA, Larreta, y en menor medida, a Bullrich. Por si hiciera falta aclarar, bajo ningún concepto especula siquiera con un acercamiento a Massa, si éste se consagra.

En cambio, el gobernador electo y fortalecido tras el triunfo en la Capital, Martín Llaryora, piensa algo distinto. Deja abierta la posibilidad de conversar con el Justicialismo nacional, y más aún, si continúa en el poder tras las elecciones. Claro, tiene que gobernar también, a partir del 10 de diciembre. No obstante, no producirá desaire alguno al actual jefe cordobés, según coinciden en señalar los entornos de ambos liderazgos.

En esta búsqueda de posicionarse como opción para las y los votantes cordobeses, Bullrich y Larreta continúan sacándose chispas, y proseguirán en ese conflictivo derrotero esta semana, cuando desembarquen nuevamente por estas latitudes.

Ambos, con encuestas y demás yerbas en mano, saben muy bien que ganando al oponente en esta provincia, prácticamente se aseguran el triunfo nacional para consagrar la buscada candidatura de Juntos para la disputa de octubre.

Córdoba, con sus 3.066.000 electores habilitados, representa el 8,66% del padrón nacional y como se indicó, es el segundo distrito de mayor densidad electoral. Para los participantes de la elección del domingo, es un bastión ineludible.

Lo sabe Mauricio Macri, quien desde esta provincia construyó su triunfo en 2015, y fue el único lugar que le rindió en votos en la derrota de 2019. Lo sabe Cristina Fernández de Kirchner, que sólo en su época dorada, alcanzó los 35 puntos, y después, todo lo que vino fue en su contra.

Ahora, Unión Por la Patria, por primera vez en más de 10 años, la coalición del peronismo progresista nacional, posó sus intenciones con dosis de seriedad y cierta organización.

El precandidato, Sergio Massa, tomó las riendas del armado en Córdoba. Convocó a sus más cercanos -tal como se detalló en esta columna la semana anterior- y definió que se debe ir en búsqueda de los peronistas enojados con Schiaretti que, dicho sea, no son pocos. Sobre todo en el largo y ancho interior provincial con más de 400 pueblos y ciudades, más de la mitad de los cuales son gobernador por el PJ en sus diferentes expresiones. 

Si bien, a Massa se le escapó el armado de la lista de candidatos a diputados que encabeza la camporista Gabriela Estévez, y que le ocasiona algunos contratiempos, la puesta en marcha de una mesa política de coordinación, con intendentes y funcionarios nacionales afines, ya le posibilitó posicionar a la UPP en buena parte del territorio.

Así, el objetivo de mínima de la coalición oficialista nacional, es superar la barrera de los dos dígitos en la provincia, para luego acometer con otra estrategia la elección definitoria de octubre.

También, el controvertido Javier Milei, ahora más silencioso, tiene altas expectativas sobre el electorado cordobés. De paso fugaz hace 10 días en la ciudad Capital -apenas un saludo a sus seguidores en el microcentro-, alimenta su chance nacional con un caudal de votos de peso en esta provincia. Al menos, se asienta sobre una larga lista de encuestas que lo acreditan entre el segundo y tercer lugar, con potencialidad próxima a los 20 puntos porcentuales.

En este recorrido, el alza de las expectativas de las principales coaliciones se sostiene más por las capacidades organizativas y territoriales, y la fortaleza de sus candidatos, que por la consistencia de los resultados que muestran las encuestas.

Al menos en esta provincia, los relevamientos de las consultoras son tomados con pinzas, ya que los fallidos anticipos sobre lo ocurrido en las elecciones a gobernador del 25 de junio pasado, y más aún, el capítulo de las elecciones municipales en la ciudad Capital del pasado 23 del mes anterior, pusieron a las encuestas en un cono de sombras en la consideración de la dirigencia política.

El domingo próximo, la ciudadanía verificará todos estos aspectos. Cuanto se le reconocerá a cada sector, y cuánto de veracidad reflejaron por anticipado las polémicas encuestas. Pero lo verdaderamente importante, quedará en el saldo final de los que se consagren candidatos y deban prepararse para la elección general de octubre. Allí comenzará el partido decisorio.