Los profesores Gladys Baralla, Damián Cardarelli, Liliana Giacomelli, Miguel Mattea, Carlos Ravera, y el estudiante Juan Politano murieron a causa de las explosiones del 5 de diciembre de 2007 acaecidas en la Planta Piloto de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

A 14 de este lamentable hecho se conmemoró una vez más el Día de la Memoria, la Reflexión y la Vida. El acto contó la presencia de autoridades de la UNRC y las facultades, entre ellas el rector Roberto Rovere, familiares, colegas, referentes de los gremios docente y nodocente y amigos.

Hubo un minuto de silencio, tras el cual el cura párroco Carlos Juncos brindó una bendición y citó a un sacerdote brasileño quien plantea que “la memoria de los que han partido no es un ancla al pasado, sino trampolín al futuro y motor en el presente”.

La profesora Valeria Carrara se refirió al “hecho más triste y fatídico de la historia de la Universidad”. Llamó a decirle “no a la desmemoria y al desánimo” y a “no negar el dolor que fortalece”. Compartió un material de sus colegas Silvina Barroso, Anahí Asquineyer y Cristina Giacobone entre cuyos contenidos se consigna el relieve de “no olvidar como resistencia a relatos cómodos”, del “ansia de justicia”, de elaborar “memorias sociales”. Llevó al presente a Paul Ricoeur, quien sostiene que el recuerdo “también se nutre del propio tiempo” e invitó a cultivar la “memoria crítica” en atención a que el pasado es “principio de acción para el presente” y a que los estudiantes de hoy y de mañana deben saber qué sucedió a fines de 2007.

“No los olvidamos, no nos olvidamos”, expresó hacia el final y enfatizó que “memoria, reflexión y vida es nuestra bandera”.

Momentos después, decenas de personas depositaron claveles rojos y blancos en la puerta de la Planta, previo al mensaje de Florencia Granato, secretaria adjunta de la Asociación Gremial Docente de la UNRC. La profesora agradeció a cada uno de los que se sumaron al encuentro para evocar “lo ocurrido el fatídico 5 de diciembre de 2007”.

Recordó que el sindicato aboga para que no haya más muertes en el lugar de trabajo, ni se repitan hechos como el de aquel día, que “marcó para siempre nuestras vidas”. Acotó que debe mantenerse el objetivo de mejorar siempre las condiciones laborales y auguró un buen fin de 2021 e inicio de 2022 con los cuidados necesarios pues aún sigue la pandemia.

Adriana Siccardi, madre de Juan Politano, rememoró su pasión por la ingeniería. Narró que la llevaba “literalmente de la mano” a la Planta Piloto cuando cursaba primer año y le contaba que ese sería su lugar en el tramo último de la carrera. Agradeció a autoridades haberla dejado entrar cuando “en 2019 la Justicia le entrega la Planta a la Universidad”. Indicó que ese momento le permitió “por primera vez” acceder a ese ámbito que “Juani amaba” y al que volvió en medio del desastre del 5 de diciembre de 2007 a cerrar las once válvulas que pudo a fin de que la tragedia no fuera aun mayor, tal le relató al médico que lo recibió en el hospital. Por ello, formuló un pedido que es “deseo de toda la familia: cuando se vuelva a usar la planta, que quede un espacio para mantener viva la memoria” para que acontecimientos así “nunca más vuelvan a ocurrir”.

Claudio Ceballos, viudo de Liliana Giacomelli, leyó con suma emoción “una nota” de su “hija Cande”, quien a corazón abierto hizo público su sentir en estos catorce años. Sus sensaciones encontradas pues le gustaba recordar a su madre, claro que la mayoría de las imágenes de ella se asociaban a la planta, de manera que a la vez que el amor se activaban el dolor y la bronca. De ese escenario surgían “humo y tristeza” y agobio, al tiempo que la consciencia de que “un error profesional nos puede costar la vida”. Criticó la “negligencia en la toma de decisiones” de la que devino la muerte multiplicada por seis y afirmó que perdona “con la esperanza” de que “nunca más” ocurra hecho semejante.

El cierre estuvo a cargo del Ensamble de Música Entramados, del espacio cultural La Urdimbre, que interpretó tres canciones.