El sector muestra señales de recuperación con nuevas medidas y mejores valores internacionales, pero advierten que aún persisten desafíos estructurales que frenan la expansión del rodeo.
Argentina alcanzó su mayor stock ganadero entre 2008 y 2010, con casi 60 millones de cabezas bovinas. A partir de entonces comenzó una caída sostenida que derivó en una pérdida aproximada de 10 millones de animales y un estancamiento que ya lleva quince años. Pese a leves recuperaciones parciales, los niveles previos no volvieron a alcanzarse: en 2024, por ejemplo, el stock ascendió a 51,6 millones de cabezas.

La retracción inicial estuvo asociada, entre otros factores, a las restricciones a la exportación aplicadas a fines de la década de 2000 con el objetivo de garantizar mayor oferta al mercado interno y reducir precios al consumidor. Según especialistas del sector, esas medidas desincentivaron la inversión y provocaron un deterioro productivo significativo.

Entre las causas estructurales que aún condicionan la actividad figuran la falta de crédito adecuado a los plazos biológicos de la ganadería bovina, la disminución de mano de obra rural para una actividad intensiva en personal, y una rentabilidad históricamente menor frente a la agricultura. A ello se suman la volatilidad macroeconómica y la falta de previsibilidad normativa.

No obstante, el sector observa un cambio de escenario en la coyuntura actual. Desde el inicio de su gestión, el Gobierno nacional implementó medidas orientadas a estimular la actividad exportadora y reducir cargas administrativas y tributarias. Entre ellas se destacan la eliminación de derechos de exportación para vacas destinadas a mercados externos, la reducción de alícuotas en subproductos, la simplificación de trámites para frigoríficos exportadores y la apertura de nuevas negociaciones comerciales internacionales.

El contexto externo también resulta favorable: tanto en los mercados internacionales como a nivel interno se registran precios más atractivos para la hacienda. Un punto clave será el impacto de la decisión de Estados Unidos de cuadruplicar la cuota arancelaria preferencial para carne argentina, que pasará de 20.000 a 80.000 toneladas peso producto.

En paralelo, los mejores valores en el mercado doméstico generan expectativas sobre un potencial cambio de fase en el ciclo ganadero. Sin embargo, especialistas advierten que el precio, por sí solo, no garantiza una expansión sostenida, y que será necesario avanzar de manera simultánea en financiamiento, infraestructura, capital humano y estabilidad macroeconómica para consolidar el crecimiento.

La incógnita central es si el sector podrá transformar el actual contexto de precios y apertura comercial en un proceso duradero de recuperación del stock. La respuesta, coinciden distintos analistas, dependerá de la evolución coordinada de estos factores en los próximos años.

Fuente: TodoAgro