Por Flavio E. Buchieri. Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor.

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Pasó el mundial y el resultado más palpable del mismo no fue sólo el triunfo ante Francia. Lo más importante fue, sin lugar, la unión que acaeció entre los argentinos.

Por un momento, desapareció la grieta. Todos escapamos de la política. Fue, quizás, lo único que nos hace sentirnos potencia. Orgullo. Razón de ser. Pero también esfuerzo y premio al mismo. Es así alentador lo que viene. Aunque habrá que ver quien pare la sociedad que se le parece a lo que el futbol pide, exige y retribuye.

Está transcurriendo con calma el cierre del año. Lo que el gobierno temía parece haberse escabullido entre todas las noticias que se sucedieron en los últimos días. Llegamos así a un fin de año en el que, a pesar de las tribulaciones, las buenas noticias –por más que sean efímeras- permiten, aunque sea por poco tiempo, pensar que la pseudo-estabilidad económica lograda puede permitir un tránsito tranquilo en los próximos dos meses.

Pero, por supuesto, está la enorme agenda de temas pendientes que tiene el país. A pesar de la aprobación de las metas del tercer trimestre por parte del FMI, la continuidad con desaceleración de la recuperación económica y la convalidación de una tasa de inflación cercana al 100% -aun cuando se haya desacelerado en Noviembre-, el 2023 pinta como complicado, más cuando a los desafíos en marcha se le suma el proceso electoral.

Ya está claro, por otro lado, que la discusión sobre la necesidad o no de aplicar un plan de estabilización de shock de corte más tradicional para cortar la inercia inflacionaria vía un saneamiento de los precios relativos parece hoy zanjada en favor de “seguir como estamos”, esto es, con parches y viendo el día a día. La escasez de divisas en las arcas del Banco Central va a continuar y ni qué hablar de los delgados límites que impone el manejo prudencial de las LELIQs, que amenazan con generar un vendaval cambiario si el mercado desconfía de su renovación.

También aquí inciden la deuda en pesos aunque, como vimos en las últimas licitaciones, el gobierno capturó lo que necesitaba para renovar los vencimientos. Los dilemas se plantean así a futuro. ¿Hay margen para que el mercado le crea al gobierno? La debilidad política de todos los actores juegan a favor. Y también el futuro procesal de CFK la que, si no juega en el mapa electoral del año que viene, plantea oportunidades y desafíos para todos los partidos políticos.

Sin lugar a dudas que el problema central de todo el cuadro de situación es el nivel que ha alcanzado la tasa de inflación. Estamos frente a un nivel que lleva al país no sólo al peligros círculo de alta inflación + desaceleración de la actividad económica sino también a un resultado colateral preocupante: el deterioro que arrastran los salarios y jubilaciones desde el año 2015, con una caída real del orden del 25%. Y esto es importante no sólo a la hora de hablar de la distribución del ingreso sino que, al mismo tiempo, esto implica hablar ya de un nuevo ciclo político. Tanto marcado por las internas de la oposición como del oficialismo. Corrida CFK, ¿quién será el candidato del oficialismo?. ¿Se puede ganar una elección con la pérdida salarial que observamos? Si la predicción es negativa, ¿quién se inmolará?

No ha sido menor el rol de Sergio Massa como Ministro de Economía. Con una mayor espalda política, sólidos contactos con el establishment doméstico y americano, y el apoyo tácito de CFK al recorte del déficit fiscal, el Gobierno ha tenido éxito en desplegar acciones para contener la emergencia, en primer lugar, y a desacelerar gradualmente la inflación, en segundo lugar, junto al logra de una estabilidad financiera y cambiaria que es llamativa y valorable. Las prioridades fueron así recomponer las reservas del Banco Central y consolidar la disciplina fiscal para mitigar las presiones cambiarias y sentar bases para frenar la escalada inflacionaria. La etapa de la redistribución del ingreso quedó en el pasado. O pasará a mejores tiempos. CFK se convirtió así en el aval político de peso (por su poder real) en sostener el ajuste ortodoxo en marcha.

Para el 2023 las apuestas a nivel oficial descansan en que el tránsito a corto plazo va a depender de si las medidas encaminadas pueden iniciar un sendero de recuperación de los ingresos y (en parte derivadas de ello), que consolido o apuntale el crecimiento del consumo al mismo tiempo que mejore las chances electorales de la coalición gobernante. Veremos si lo puede lograr. La parábola de la frazada corta está aún vigente. Por lo que el éxito de lo que podríamos denominar el Plan Massa apunta a cumplir múltiples objetivos, al mismo tiempo.

Es pronto aún para develar el misterio. Sí es cierto en que las probabilidades de que la oposición acceda al poder en el 2023 están inversamente vinculadas al éxito del Plan Massa. Ojalá no veamos a la miseria de la política actuar para obtener un resultado electoral en particular. Pero esto es parte del juego de la política. Sus costos siempre son socializados.