Un panorama complejo presenta para estas fiestas el mercado ganadero, con precios firmes y demanda alta. Con la demanda estacional de Navidad y Año Nuevo en el horizonte, la invernada sostiene valores elevados mientras el Mercado de Cañuelas refleja cautela, márgenes ajustados y un equilibrio inestable

Ya en el tramo final del año encuentra al mercado ganadero argentino en un momento clave. Históricamente suelen mostrar un repunte en la demanda de carne vacuna, impulsado por el consumo estacional. Sin embargo, el escenario actual combina precios firmes en la hacienda con un consumo interno debilitado, dando lugar a un equilibrio delicado en toda la cadena.

En este contexto, la invernada transita diciembre con valores elevados, aunque comenzó a mostrar los primeros signos de ajuste. En la última semana se registró una leve corrección bajista del 3%, con un precio promedio de $5.925 por kilo, sin alterar el piso históricamente alto en el que se mueve la reposición, que continúa por encima de los US$3 por kilo.

A pesar de esta baja moderada, el mercado no pierde firmeza estructural. La limitada oferta de terneros y la retención de hacienda liviana sostienen los valores, incluso en un período donde la mayor expectativa de ventas por las fiestas suele tensionar la relación entre precios y capacidad de pago del consumo interno.

En el negocio de cría, los vientres preñados mantienen una solidez destacable. Las vacas y vaquillonas preñadas continúan operando en torno a los $2 millones por cabeza, equivalentes a unos US$1.200. De esta manera, se consolida un nivel de precios que responde más a expectativas de largo plazo que a la coyuntura inmediata del consumo.

En el Mercado Agroganadero de Cañuelas la plaza exhibe un equilibrio inestable, típico del cierre de año, con una oferta medida y una demanda que compra con cautela. 

Los precios se validan cuando aparece hacienda liviana bien terminada, mientras la industria trabaja con márgenes estrechos, condicionada por un consumo interno que no logra recomponerse y una exportación que aún no termina de traccionar con fuerza.

¿Y el asado de Navidad?

El consumo doméstico aparece como el eslabón más frágil de la cadena. Ya que la pérdida de poder adquisitivo limita la posibilidad de trasladar subas al mostrador, obligando a frigoríficos y comercializadores a absorber parte del brutal ajuste. Este fenómeno explica, en parte, la brecha que todavía existe entre la suba de la hacienda en pie y los precios minoristas de la carne.

A este contexto se suma un dólar que corre por detrás de la inflación y de los costos en pesos resta competitividad, especialmente para la exportación. Justo en un momento en el que el mercado internacional demanda animales más pesados y empuja a los productores a alargar los ciclos productivos.

La dinámica productiva también está mostrando cambios relevantes, ya que durante 2025 se observó una mayor retención de hacienda liviana con destino a invernada y una menor salida a faena en el último trimestre del año. 

De esta manera, se ve alterado el patrón estacional habitual y genera tensiones adicionales sobre la oferta disponible.

La ganadería vuelve a confirmar que es un negocio de largo plazo, donde la eficiencia productiva, la escala y la paciencia financiera resultan determinantes. 

Con precios firmes pero consumo débil, un dólar retrasado y márgenes ajustados, el desafío de los próximos meses será sostener el delicado equilibrio entre oferta, demanda e ingresos del consumidor, evitando que las tensiones actuales deriven en un freno mayor de la actividad.