Más de 150 tambos siguen sin cobrar desde mitad de año y denuncian que la empresa santafesina no ofrece definiciones. La incertidumbre crece y muchos establecimientos ya no tienen margen para seguir.

La crisis que atraviesa Lácteos Verónica golpea de lleno a la cuenca lechera santafesina y tiene a más de 150 tambos sin cobrar desde mayo o junio, un escenario que muchos describen como insostenible.

Productores de San Genaro, Totoras, Suardi y Lehmann aseguran que la empresa no ofrece un plan de pago ni precisiones. «Lo único que nos dicen es que tengamos paciencia», contó la productora Cecilia Sedran, mientras la incertidumbre crece día a día.

La situación combina falta total de ingresos, costos que siguen aumentando y deudas que superan los $100 millones en algunos establecimientos. Varios tambos ya cerraron o están a un paso de hacerlo.

«La situación es crítica; muchos no tienen margen para sostener un día más sin cobrar», advirtió Sedran. En su caso, la familia trabaja 60 hectáreas y produce 1500 litros diarios, una escala donde el flujo de pago es indispensable para salarios, alimentación del rodeo y funcionamiento básico. «Lo que generamos todos los días es lo que reinvertimos. No tenemos otro ingreso», remarcó.

Mientras tanto, la actividad dentro de la empresa también muestra señales de colapso: empleados sin cobrar hace tres meses, plantas con muy bajo movimiento y procesamiento de leche de terceros debido a que muchos productores dejaron de entregar. «Hay muy poca gente trabajando», relató Sedran, quien observa un deterioro sostenido en la operatoria.

A pesar de los reclamos, las cartas documento, las gestiones legales y hasta propuestas alternativas de pago -como aceptar animales o litros de leche-, los tamberos aseguran que no hubo ninguna respuesta concreta del directorio. El enojo crece, pero también el temor: «La justicia debe intervenir. Nadie exige nada», lamentó la productora.

Frente al panorama, los tambos organizan reuniones periódicas para evaluar estrategias, compartir información y definir próximos pasos. El lunes habrá un nuevo encuentro por Zoom para visibilizar la situación individual de cada productor y coordinar acciones conjuntas.

Más allá de lo económico, la crisis deja una huella profunda en la identidad rural. Para muchas familias, el tambo es un legado de generaciones. Hoy, sin ingresos y con deudas crecientes, algunos evalúan abandonar la actividad, alquilar campos o migrar a cultivos.

El miedo compartido es que la falta de soluciones acelere la desaparición de más tambos y profundice la caída de la producción lechera regional.