En el Día Mundial del Suelo 2025, especialistas del INTA y organizaciones del sector analizaron el estado del recurso, su rol en la economía y las necesidades para mejorar su manejo. La jornada destacó la importancia del suelo en la producción agropecuaria, los entornos urbanos y la planificación de sistemas sostenibles.
El suelo es la base de la producción agropecuaria y el recurso que más peso tiene en la economía argentina. En ese marco, el INTA cumple un rol fundamental en cuanto a los aportes que hace al estudio del recurso. Con mercados competitivos y capacidad para innovar, el organismo constituye el puente entre la identidad y el futuro, el suelo y la tecnología.
Bajo el lema “Suelos sanos para ciudades saludables” tuvo lugar la jornada “Día Mundial del Suelo 2025” en la sede del Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica (CPIA). Fue organizada por el INTA, Fertilizar, el CPIA y la Asociación Argentina de Ciencias del Suelo (AACS). Este encuentro tuvo como objetivo concientizar sobre la importancia del cuidado del suelo.
La directora ejecutiva de Fertilizar, María Fernanda González San Juan, afirmó que el suelo no es solo el patrimonio del campo, también sostiene la vida de los entornos urbanos: regula temperatura, filtra agua, almacena carbono y sostiene biodiversidad. Y agregó que, de acuerdo con la FAO, el 95 % de nuestros alimentos proviene del suelo y la tercera parte está degradada, por eso hay que tener en cuenta la magnitud de lo que está en juego.
En la Argentina el suelo es la base de la producción agropecuaria, por ello González San Juan destacó que “el futuro y la esperanza no está lejos y ni arriba, sino abajo en el suelo, que es nuestro sustento, en todo sentido, porque de él depende todas nuestras fuentes de alimentos”.
Por su parte Nicolás Bronzovich, presidente del INTA, destacó que la articulación de diversas organizaciones que vemos en esta jornada es un buen ejemplo de cómo la ciencia puede construir activos para esta economía que aspira a ser competitiva, dinámica y abierta.
En estos 69 años de INTA no se si ha habido muchas instituciones que hayan aportado tanto como aportó el organismo al estudio de los suelos en Argentina, subrayó el presidente del organismo. En ese sentido, manifestó también la importancia y el peso que históricamente ha tenido y aún tiene el suelo en la economía argentina.
También en la nueva función de producción agroalimentaria, Bronzovich destacó que la tecnología pesa cada vez más en los cambios de productividad de nuestros sistemas. En esa línea especificó que la productividad surge de la inversión, que se ve favorecida por incentivos, reglas claras, información y conocimiento. El conocimiento y la innovación se expanden cuando tenemos instituciones confiables, mercados competitivos y libertad para innovar. Y concluyó que el suelo es nuestra propia identidad; el futuro es la tecnología, en ese marco el INTA es el puente entre identidad y futuro, entre suelo y tecnología.
A su turno, Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, afirmó que los suelos piden más, necesitan más de los profesionales de las ciencias agrarias.
A lo largo del tiempo se mantienen cifras que indican la complejidad de la gestión del suelo en un establecimiento agropecuario, y la preocupación por la degradación o necesidad de reposición de nutrientes y poder así sostener la salud del suelo. También se debe tener en cuenta el impacto de la alta variabilidad climática en el estado del suelo y disponibilidad de agua campaña a campaña, indicó Mercuri. Por ello destacó la necesidad de abordar el trabajo a campo por parte de los profesionales de la ciencia agropecuaria, para sostener la producción y el cuidado del ambiente. Allí es donde se deben fortalecer las líneas de trabajo.
En ese marco, Mercuri hizo hincapié en que se necesita una intensificación inteligente: Hay 150 mil muestras por campaña de suelo, una muestra cada 300 hectáreas; allí es importante preguntarse si son suficientes para intensificar por cada lote.
Uno de los puntos en los que el director del CIRN puntualizó es en la variabilidad climática, la variabilidad de la disponibilidad de agua en el suelo en la principal región productiva del país: Esto profundiza procesos de degradación, pero también puede generar oportunidades, afirmó Mercuri quien citó como ejemplo que hubo una siembra muy temprana de gramíneas, lo cual es una recomendación histórica para la rotación. En una gran cosecha se ha generado una muy alta cantidad de rastrojos –materia seca por hectárea-, cuyo manejo adecuado es un aporte puntual a la mejora de la estructura y fertilidad del suelo.
Además, destacó que tener respuestas rápidas con recomendaciones al productor para mejorar la estructura o calidad de nuestros suelos es uno de nuestros aportes. Asimismo, citó la generación de información primaria como mapas de suelos, de humedales, de carbono, de cultivos extensivos, etc. Creamos una nueva generación de mapas que combina información para la toma de decisiones.
Las temáticas que se trataron en la jornada también incluyeron: “Herramientas 4.0 para el uso y conservación del suelo”, y “Un mundo debajo de nuestros pies”. Allí disertaron especialistas de INTA, Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), FAO, Fertilizar y Clarión.







