Nos encontramos en proximidades de una de las fechas centrales para el cristianismo, para la Iglesia Católica, en definitiva para la mayoría de los habitantes del país ya que se trata de un acontecimiento cultural muy arraigado: la llegada del Niño Dios.

Desde hace una semana los católicos ingresamos en el Tiempo de Adviento, que no es otra cosa que las semanas previas al nacimiento del Salvador. Las fiestas de Navidad y Año Nuevo llenan un tiempo de celebración que para muchos no está exenta de cierto movimiento que estresa, que remueve sentimientos entre las familias, ya que se asocia ciertamente en una fiesta que obliga a salir al encuentro del otro, visitarse, festejar, realizar un balance de lo que ha sido el año que se acaba.

Sin lugar a dudas, un tiempo que remueve todo el interior, aunque algunos prefieran mantenerlo escondido y simular que no significa nada más que una fecha que hay que atravesar de la mejor manera posible.

El sacerdote Juan Giordano, vicario diocesano de Río Cuarto explicó que “el adviento junto con la cuaresma son tiempos de preparación. Nos preparamos para celebrar la Navidad”.

Momento para detenernos

“Es un tiempo en el que se nos invita a detenernos. La palabra adviento significa venida, llegada. Celebramos a Dios que se compadeció de la humanidad y quiso salvarla, se hizo uno de nosotros encarnándose en el Niño de Belén, en un misterio que nos sigue maravillando”, indicó.

Y añadió sobre este mismo concepto: “es un misterio de ternura, de amor infinito”, y que en estas semanas le pedimos a Dios “la gracia de aquietar el corazón para estar de la mejor forma preparados para su visita que sigue aconteciendo”.

Para los cristianos, la ruptura de la relación con Dios padre y creador, se dio con el pecado original donde el orgullo –entre otras cosas- impidió que continuara la vida tal como había sido concebida en el Edén.

Pero el amor de Dios, su pedagogía amorosa, quiso hacer que el hombre no sólo pudiera reconciliarse con Dios, sino que con la encarnación del Hijo de Dios llegó la salvación, ya que con su sacrificio de dar la vida, abrió la puerta a la entrada a la posibilidad de acceder a la vida eterna.

Una opción

La Navidad sería entonces una suerte de festejo del inicio de la salvación eterna para la humanidad, para cada hombre, sin forzar en nada la libertad de decidir si cada uno quiere aceptar la invitación a optar por el camino que concuerde con su forma de sentir y vivir la vida. Dios no obliga a que se reciba a su hijo, el Niño que nació en Belén concebido sin pecado en las entrañas de la Virgen María.

Y retomando las ideas del eje central, del Adviento, el padre Giordano sostiene que “debemos aquietar el corazón en estos días, no vaya a ser que estemos distraídos, que estemos embotados, absortos de otras cosas que nos impidan descubrirlo al Señor que nos visita de muchas maneras: en la naturaleza, en la palabra de Dios, en la otra persona que se nos acerca a nosotros”.

“Pero fundamentalmente Jesús ha querido acercarse a nosotros en la presencia de los hermanos y sobre todo si es un hermano sufriente, allí está presente Jesús que sufre”.

“Dispongamos el corazón, serenemos nuestro interior y estemos atentos para recibirlo con todo nuestro ser, en nuestro corazón, en nuestra mente, y darle un espacio también en nuestra vida”, concluyó el sacerdote.

La victoria del amor

Los Santos durante la historia de la Iglesia, han ido penetrando y profundizando en el misterio de la Navidad. Ellos nos han dejado frases realmente inspiradoras y llenas de contenido para vivir profundamente esta fiesta.

¡El amor vence al odio; El bien vence al mal; La luz vence las tinieblas! Todo el odio y todo el mal, y las tinieblas todas de este mundo, ¿Qué son frente a la luz de esta noche de Navidad? ¡Nada. Realmente nada, frente a Jesús, frente al niño Jesús! (San Luis Orione)

El superior general de la Congregación de la Misión, P. Tomás Mavrič, animó a los miembros de la familia vicentina y a los fieles en general a aprovechar el Adviento para aprender a reconocer a Cristo en los rostros de las personas más vulnerables.

“El Adviento no es solamente un tiempo de preparación litúrgica para la Navidad, sino un camino de conversión de la mirada, para aprender a reconocer a Jesús que viene sin cesar a nuestro encuentro a través del rostro y la persona de los pobres, de los más pequeños y de los excluidos”, afirmó.

En ese sentido, invitó también “a despertar la mística de la caridad: la que nace del silencio de la oración, se desarrolla en el servicio cotidiano y se realiza en la comunión fraterna”. El P. Mavrič recordó que la fe se hace visible en la caridad, pues con ella “la esperanza se traduce en gestos” y “la espera de Jesús se convierte en un encuentro cotidiano con él en los pobres”.

Asimismo, el superior general recordó que su fundador, San Vicente de Paúl, escribió que cuando Dios “quiere comunicarse a alguien, lo hace sin esfuerzos, de una manera sensible, muy suave, dulce y amorosa”.

En su mensaje, publicado en el sitio web de la Congregación de la Misión, el P. Mavrič dijo que un corazón convertido a Jesús “escucha las necesidades de las personas, anuncia la Palabra de liberación y realiza obras concretas” que “buscan promover a cada persona humana, elevada a la dignidad de hijo de Dios”.

Preparando la mesa

No hay que  olvidar para esta próxima Navidad que así como nos ocupamos muchas veces de que nuestra casa luzca de la mejor manera, los adornos se encuentren en el lugar correcto, la mesa tenga su mejor mantel, sus cubiertos acordes a la fecha y que la cena sea del mejor de los platos que podamos preparar, algo debe ocurrir en nuestro corazón.

Así como nos esmeramos en la limpieza y el orden, debemos limpiar el corazón de tantas cosas malas que hemos acumulado en el último año; debemos limpiar el odio, el rechazo, y hacer espacio para que quepa ampliamente en nuestro ser la presencia salvadora de Dios.

Es tiempo de sacar la roca dura, las piedras o las arenas que se formaron en nosotros y que sirvieron para mal, para levantar muros, murallas, y que nos hacen infranqueables para quienes nos rodean o simplemente se acercan o pasamos a su lado.

Tiempo de Adviento. Tiempo de limpiar, de ablandar sentimientos, de buscar la reconciliación, que no es otra que la que Dios buscó restaurar al hacer nacer a su Hijo entre nosotros para que nos enseñara con su ejemplo cuál es el camino a l