El monitoreo en el acopio de granos en los silobolsas debe ofrecer una observación detallada de la condición de la mercadería almacenada. Se han desarrollado herramientas cada vez más prácticas y asertivas para que el usuario pueda tener mejor información de lo que está pasando.
Desde el INTA se subraya la necesidad de capturar la variabilidad espacial y temporal para la óptima toma de decisiones.
El manejo de silobolsas implica una preparación meticulosa del terreno (limpio y nivelado), el uso de maquinaria adecuada para un llenado uniforme (controlando la humedad del grano y evitando interrupciones) para crear un ambiente anaeróbico, un sellado hermético al final, y un monitoreo constante para detectar y reparar rápidamente cualquier rotura o filtración de aire, utilizando cinta adhesiva o parches especiales para mantener la integridad del plástico y proteger el grano o forraje del aire, agua, insectos y roedores.
El sistema de almacenamiento de granos en silobolsas ha demostrado ser una herramienta clave para el sector agropecuario, pero su éxito depende de una fase que los expertos consideran decisiva: el monitoreo. Esta etapa no es simplemente una inspección de rutina, sino una función crítica para garantizar que el producto se pueda disponer con una mínima pérdida de calidad.
Según Leandro Cardoso, especialista en poscosecha del INTA Balcarce, el monitoreo debe ofrecer una observación detallada de la condición de la mercadería almacenada. Esta información es la base para una mejor toma de decisiones sobre cómo manejar el producto.
Una de las principales complejidades es la gran extensión de los depósitos flexibles, en razón de que un silobolsa puede tener entre 60 y 100 metros de largo y es natural que la condición del grano varíe a lo largo de su extensión.
“Un buen sistema de monitoreo debe poder capturar esa variabilidad”, indicó el especialista.
Además de la dimensión espacial, la supervisión debe ser continua en el tiempo. “El monitoreo debe poder capturar la variabilidad en el tiempo, o sea, indicar correctamente la evolución de ese ítem durante el almacenaje”, dice Cardoso.
Los pilares imprescindibles
El monitoreo requiere supervisar dos aspectos fundamentales de manera simultánea, ya que no se puede hacer una sin hacer la otra.
- Integridad física (hermeticidad): la supervisión de la cubierta plástica es vital. “Cuando hablamos de la hermeticidad, o condición de la cubierta del silo bolsa, es algo que se debe apuntar desde el momento que estamos embolsando en el campo, o en cualquier otro sitio”, dice Cardoso. Es crucial que la bolsa no solo sea hermética al inicio, sino que esa condición perdure en el tiempo.
Si se detecta cualquier falla en la hermeticidad, la rapidez en la toma de decisiones es esencial para evitar que factores externos —como el ingreso de agua— deterioren la mercadería.
- Condición de la mercadería: en la segunda fase, relacionada con el estado interno del grano, la tecnología ha avanzado significativamente.
“A lo largo de estos 30 años de vida del sistema de almacenamiento de granos en la Argentina, en silobolsa se ha desarrollado herramientas cada vez más prácticas y asertivas para que el usuario pueda tener mejor información de lo que está pasando en la bolsa”, afirma Cardoso.
“Históricamente, el INTA fue muy importante en la generación de las bases de uso y en los primeros desarrollos de sistemas específicos para el silobolsa en asociación con empresas del sector. Hoy en día, hay una variedad interesante de opciones”, afirmó Cardoso.
Entre las herramientas actuales se encuentran los sistemas que detectan los niveles de dióxido de carbono acumulados dentro de la bolsa y los sistemas portátiles que son más económicos y accesibles.
También los operan en forma remota: “Son lanzas que tienen sensores dentro, no solamente sensores de dióxido de carbono, sino sensores de temperatura, humedad relativa e incluso de movimiento para detectar algún problema de vandalismo en el silobolsa”, señala Cardoso.





