Por Pablo Gustavo DĂaz. Consultor polĂtico.
La victoria de Javier Milei en 2023 no fue un rayo en cielo sereno. Fue el sĂntoma visible de una crisis profunda y la señal de un nuevo ciclo polĂtico en Argentina. Si la clase polĂtica tradicional —incluyendo el cĂrculo rojo intelectual y mediático— recurre hoy a la defensa ritualizada de la “institucionalidad democrática” y los “buenos modales”, es porque su cosmovisiĂłn y sus referentes han sido desplazados por una fuerza inesperada: los jĂłvenes. Más que un triunfo electoral, Milei encarna un verdadero cambio de paradigma, fruto de una juventud desilusionada por las promesas incumplidas de la democracia y decidida a romper el statu quo.
El fenĂłmeno juvenil: rebeldĂa, hartazgo y voto disruptivo
A diferencia de otras coyunturas, las elecciones de 2023 marcaron un salto generacional inĂ©dito. Más del 70% de los menores de 24 años eligieron a Milei en el balotaje. Este segmento fue decisivo: nunca antes una fuerza outsider, sin estructura territorial, habĂa logrado movilizar masivamente a los jĂłvenes, desplazando el eje ideolĂłgico nacional hacia una “nueva derecha” liberal-libertaria.
Las causas de este fenĂłmeno son mĂşltiples y profundas:
• Desencanto con la “democracia formal”: la generación nacida tras 2001 solo ha conocido precariedad, inflación y deterioro social.
• Rechazo a la correcciĂłn polĂtica: los jĂłvenes perciben el discurso progre y el institucionalismo tradicional como hipocresĂa y privilegio de castas.
• Atractivo de la autenticidad brutalista: la comunicación directa, sin filtros y sin miedo al conflicto, genera identificación en una sociedad saturada de eufemismos.
“A nosotros no nos importa cĂłmo habla, sino que haga algo distinto. Estamos cansados de los polĂticos que prometen y no cumplen”, cuenta SofĂa, una estudiante de economĂa de 22 años (La NaciĂłn, 2023).
“Sentimos que la democracia se volviĂł un ritual vacĂo. Milei nos representa porque va de frente y dice lo que pensamos, aunque no sea â€correcto’”, afirma Lucas, 24 años, empleado de comercio (ClarĂn, octubre 2023).
“Muchos de mis amigos quieren irse del paĂs. VotĂ© a Milei porque, por primera vez, sentĂ que alguien nos habla de futuro y no de pasado”, sostiene Maia, 19 años, estudiante universitaria (Infobae, noviembre 2023).
El cĂrculo rojo y el pánico a perder el control
El cĂrculo rojo, compuesto por analistas, consultores, medios y dirigentes, no solo perdiĂł la iniciativa polĂtica; perdiĂł el monopolio del sentido comĂşn. Algunos de mis colegas, por ejemplo, critican a Milei por su «brutalismo» comunicacional, advirtiendo sobre los riesgos para la convivencia democrática. Es cierto: el estilo Milei polariza, tensiona y excluye. Pero esta crĂtica olvida —o prefiere no asumir— que la «civilidad» y las «buenas formas» no evitaron la catástrofe social sobre la que se construyĂł el fenĂłmeno Milei:
• La pobreza creciĂł del 14% de inicios del gobierno de AlfonsĂn a superar el 40% a fines del gobierno de Alberto Fernández (y a más del 60% si solo consideráramos la pobreza infantil)
• La deserción escolar y el desempleo juvenil alcanzan récords históricos.
• La clase media joven se siente condenada a la emigración o la frustración.
“Nos piden que respetemos las formas, pero nadie se preocupó por respetar nuestro presente ni nuestro futuro. ¿Para qué sirve la democracia si seguimos igual de mal?”, plantea Tomás, un programador de 27 años, (Perfil, diciembre 2023).
El cĂrculo rojo, en vez de interpelar las causas profundas de este voto juvenil disruptivo, responde con nostalgia institucionalista, con falacias de autoridad y con un reclamo Ă©tico que la experiencia reciente desmiente.
De la hegemonĂa progre al experimento libertario
Durante las Ăşltimas dos dĂ©cadas, el progresismo monopolizĂł el discurso de los derechos, la inclusiĂłn y la participaciĂłn. Pero la incapacidad para traducir esos valores en resultados materiales erosionĂł su legitimidad, sobre todo entre quienes menos tenĂan para perder.
El “MileĂsmo” es hijo de esa frustraciĂłn y, aunque sus formas incomoden a la elite, es innegable que expresa una demanda de cambio radical y pragmatismo. El joven argentino de 2023/24 no quiere relatos; quiere trabajo, estabilidad y futuro. En ese vacĂo, Milei instala su discurso, a veces brutal, pero eficaz en captar el hartazgo social.
“La izquierda y el progresismo hablan de derechos, pero la realidad es que no llegan a la gente. Prefiero a alguien que intente cambiar algo, aunque no sea simpático”, resume RocĂo, una tĂ©cnica en sistemas de 25 años, (Página/12, 2023).
Resultados y debate democrático: ¿qué es realmente democrático?
“¿De qué sirve la democracia si no es para hacer más feliz a la gente?”, afirmaba el dirigente radical rionegrino, Edgardo Buyayisqui, en los años ’80.
La reacciĂłn del cĂrculo rojo —centrada en el estilo y la institucionalidad— peca de mirar el árbol y no el bosque. Es una defensa de la “democracia como procedimiento”, desatendiendo su dimensiĂłn sustantiva: la capacidad de generar bienestar.
Mientras la elite se escandaliza por los modales de Milei, los datos duros empiezan a revertirse (pobreza a la baja, inflaciĂłn controlada, economĂa en recuperaciĂłn), generando un nuevo sentido comĂşn: la democracia no se mide solo por las formas, sino por los resultados.