La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) presenta una alternativa para la retención de agua en los suelos que presentan cierta dificultad.

Inviernos secos, ambientes arenosos y erosionables. Ahí la Chacra Aapresid Sur de Córdoba ensaya estrategias para preservar suelos y aprovechar cada gota reemplazando barbechos por cultivos

En el Sur de Córdoba, en los suelos arenosos, sometidos a la fuerte presencia del maní en las rotaciones y a los fuertes vientos, se erosionan y empobrecen. En este contexto, la Chacra Aapresid Sur de Córdoba es un proyecto liderado por 24 productores  que, junto a empresas y expertos de INTA, Conicet, UNR y UNRC, decidieron buscar estrategias para recuperar y proteger los suelos. Eligieron el camino menos intuitivo: sembrar en plena temporada seca.

Mariano Robledo Giraudo, RTD de la Chacra, lo resume: “Acá tenemos erosión eólica, pérdida de materia orgánica, endurecimiento y niveles de fósforo y zinc que cayeron mucho. Si no cubrimos el suelo, lo perdemos”. Por eso, aunque el 80% de las lluvias cae entre septiembre y marzo, se decidió mirar al invierno como un espacio para trabajar, no para esperar.

Se apostó a cultivos de servicios donde el menú de especies se fue ajustando. Hoy, el centeno es protagonista -en siembras terrestres o aéreas-, acompañado por mezclas de vicia con especies como triticale, que surgió como aliado que acompaña mejor el ciclo de la leguminosa y mejora la performance de la consolidación.

El manejo se basa en un «ABC» innegociable: siembras entre fines de abril y principios de mayo; secado del centeno en septiembre; y de la vicia, entre el 5 y el 15 de octubre, para captar de lleno el impulso de las lluvias primaverales.

La técnica de siembra aérea está en pleno ajuste, y el grupo encuentra que la clave es “sembrar con el otoño declarado”, es decir, días con alta humedad (+50%), progresivamente más cortos, temperaturas templadas y precipitaciones frecuentes.

«Esta combinación favorece la germinación y el establecimiento del cultivo en siembras aéreas», aseguran desde la Chacra. El uso de bioestimulantes en semilla, y en el caso de vicia, la selección minuciosa de lotes según enmalezamiento y la inoculación, son otros pilares para el éxito de las siembras aéreas.

“El objetivo nunca fue producir biomasa por producir, sino generar actividad biológica, raíces vivas, cobertura y estructuras que protejan y mantengan funcionando al suelo. En años favorables se alcanzan entre 5 y 7 t/ha de centeno y de 3 a 4 t/ha de vicia, cifras que hace apenas una década parecían inalcanzables”, declara Robledo Giraudo.

El mito del agua

“Uno de los grandes temores de incorporar coberturas en invierno era el consumo de agua. Por eso nos tomamos el trabajo de medirlo campaña tras campaña”, advierte el RTD.

El primer gran aprendizaje fue encontrar que, en años normales, el famoso costo hídrico de hacer un cultivo de servicios sólo ronda los 15–20 mm respecto del barbecho, aumentando en años llovedores como el último, donde escaló a 35 mm.

Pero la sorpresa llegó cuando descubrieron que los barbechos pierden agua por escurrimiento, percolación y evaporación. Por su parte, los CS transforman parte del agua (en promedio unos 120 mm)  en  biomasa, actividad biológica y cobertura.

Cuando se contabiliza ese «agua invertida» en cuidar el suelo, la eficiencia de aprovechamiento de cada mm de los CS supera el 90%, muy superior a la del barbecho, que resulta negativa (-32%).

El grupo también encontró que los suelos con CS tienden a ser más eficientes en captar el agua después del secado: por cada 100 llovidos capturan 8 mm más que uno bajo barbecho. El motivo, muy simple: son suelos más estructurados y que infiltran mejor.

Momento del secado

Con esta evidencia el grupo puso manos a la obra para ajustar el manejo con la mayor precisión, ya que en la zona, los errores se pagan caros.

Con información histórica y balances hídricos estimaron el momento óptimo de secado del CS que permita al suelo recuperar el agua necesaria para la correcta implantación del cultivo estival (70 mm). Concluyeron que, secando hasta el 15/10, este objetivo puede lograrse en 9 de cada 10 años.

Rindes que se potencian

El grupo descubrió que la intensificación no sólo protege y mejora los suelos en estos ambientes vulnerables sin comprometer un recurso escaso como el agua, sino que además puede potenciar los rindes de cultivos posteriores.

“La soja es la gran beneficiada del sistema intensificado”, dice Robledo. En todas las campañas evaluadas, la oleaginosa rindió hasta un 10% más cuando tuvo un cultivo de servicios como antecesor.

El maíz en cambio, es un sucesor más arriesgado y que sólo muestra impactos positivos en el rinde (del 2.5%) en ambientes del sudeste cordobés, donde las precipitaciones son mayores.

La mirada del productor

David Roggero, productor miembro de la Chacra, trabaja con cultivos de servicios desde 2011, cuando tomó un campo prácticamente sin cobertura. “Probamos centeno por necesidad… y nunca más lo dejamos”, recuerda.

Hoy, entre el 80 y el 85% de su superficie tiene cultivos de servicios. Su esquema se apoya en centeno puro o mezclas de vicia con triticale, densidades ajustadas (10–11 kg de vicia y 4–5 kg de gramínea), secados bien programados y un cuidado especial en la inoculación de la vicia.

Los resultados hablan solos: perfiles más estables, más biomasa, mejores nodulaciones y rendimientos que dejaron de sufrir cada año seco.