Por Flavio E. Buchieri. Dr. en EconomĆa. Profesor, investigador y consultor. Director Ejecutivo de El Club de Negocios. www.flaviobuchieri.com
La oposiciĆ³n ya estĆ” preparĆ”ndose para la transiciĆ³n del poder que cree acontecerĆ” el aƱo que viene. Ante lo que todos aprecian como inminente, esto es, no sĆ³lo el ajuste que hay que implementar por el nuevo acuerdo con el FMI sino por las internas en el seno del oficialismo que son casi ya irreversibles, varios exponentes del variopinto opositor han vuelto a instalar en el paĆs a la dolarizaciĆ³n de la economĆa como elemento clave para superar la decadencia y los problemas crĆ³nicos y estructurales que, como mĆnimo, datan de cincuenta aƱos.
La apuesta mediĆ”tica encabezada por Milei y el diputado radical Cacace se concentra en que para reducir drĆ”sticamente la inflaciĆ³n hay que eliminar al BCRA para evitar, de ese modo, que emita dinero para cubrir el dĆ©ficit fiscal. Como el gobierno no tiene acceso a los mercados de deuda en dĆ³lares, abortado este camino se controla por este medio a la inflaciĆ³n. El dĆ³lar reemplaza al peso y asĆ no queda mĆ”s remedio que reducir el dĆ©ficit fiscal porque, dolarizada la economĆa, no hay posibilidades de emitir dĆ³lares para cubrir el mismo. Si se āata al Estadoā a āvivir con lo que tieneā, el nuevo contexto darĆa asĆ los incentivos para que la economĆa crezca, aumente la inversiĆ³n y el empleo, y mejoren las condiciones de vida de la poblaciĆ³n. En sĆntesis, el camino al Ć©xito y el desarrollo.
ĀæPor quĆ© el dĆ©ficit fiscal es la clave del problema inflacionario en un paĆs como Argentina? Cuando la TesorerĆa del paĆs financia el mismo con bonos comprados por el BCRA, el cual emite pesos para tal efecto, aumenta la cantidad de dinero circulante en la economĆa. Si la demanda de dinero no crece al ritmo al cual aumenta la oferta monetaria -esto es, la gente no quiere los pesos nuevos- el impacto de este proceso es un aumento de los precios locales, los cuales pueden ser suavizados vĆa un dĆ©ficit en la cuenta corriente, situaciĆ³n que genera, al mismo tiempo, pĆ©rdida de reservas.
Si el proceso antes descripto se agrava, esto es, la oferta monetaria crece a un ritmo mayor al de la demanda de dinero porque el propio dĆ©ficit fiscal ha aumentado a mayor velocidad, la tasa de inflaciĆ³n se espiraliza, agravĆ”ndose el problema de la disponibilidad de reservas para mantener este esquema, al mismo tiempo que se dificulta el pago de los servicios de la deuda. Cuando las divisas comienzan a escasear, el tipo de cambio nominal aumenta, retroalimentando la tasa de inflaciĆ³n y agravando el financiamiento del propio dĆ©ficit fiscal, al mismo tiempo que la economĆa se estanca y comienza a ponerse en duda el cumplimiento de los servicios de amortizaciĆ³n de capital de la deuda pĆŗblica mĆ”s sus intereses. Sobrevienen asĆ una hiperinflaciĆ³n, un default de la deuda soberana y/o sendas corridas bancarias y cambiarias. Esta es la historia de las Ćŗltimas cinco dĆ©cadas. Sin embargo, pretender cambiar este esquema por otro requiere de argumentos mĆ”s sĆ³lidos como para invocar la dolarizaciĆ³n de la economĆa local. ĀæPor quĆ©?
Pues, en primer lugar, el reemplazo del peso por el dĆ³lar obligarĆa a convertir todos los pesos que tiene la economĆa argentina (los pasivos del BCRA) a dĆ³lares, para poder asĆ implantar la nueva moneda. AquĆ aparece el primer problema: estamos hablando de que, al actual tipo de cambio, la Base Monetaria y las LELIQs suman alrededor de U$S 70.000 con cual, si sĆ³lo se tienen U$S 10.00 como reservas de libre disponibilidad, se necesitan U$S 60.000 para asegurar la conversiĆ³n, aspecto que hoy no es factible. ĀæCuĆ”l serĆa la consecuencia, entonces, de convertir los muchos pesos que tenemos en los pocos dĆ³lares que tiene el BCRA? El tipo de cambio de conversiĆ³n se quintuplicarĆa o sextuplicarĆa. Usted ya se imagina, estimado lector, cĆ³mo quedarĆan los salarios y otras variables en dĆ³lares, con lo cual esto es inviable en tĆ©rminos polĆticos y sociales.
Lo anterior puede ser suavizado si se instaura un canje compulsivo de las LELIQs por un bono en dĆ³lares como se llevĆ³ a cabo en Diciembre de 1989 con el famoso Plan Bonex, que precediĆ³ a la instauraciĆ³n del Plan de Convertibilidad en Abril de 1991. En este caso no escaparĆamos a la devaluaciĆ³n que acontecerĆa pero la misma serĆa la mitad de lo que deja expuesto el pĆ”rrafo previo. Y es este aspecto el que, segĆŗn Alfonso Prat Gay, oculta Milei en su exposiciĆ³n.
Por otro lado, la dolarizaciĆ³n implica la eliminaciĆ³n del financiamiento del BCRA al Tesoro Nacional con lo cual, si el dĆ©ficit fiscal no se reduce rĆ”pidamente, hay que volver al mercado de deuda privada voluntaria para colocar los bonos que cubran las nuevas necesidades, aspecto que hoy no estĆ” disponible porque dichos mercados se cerraron en Abril-Mayo del 2018. Si no hay posibilidad de financiamiento externo, el cambio de rĆ©gimen monetario implicarĆa, desde el vamos, un ajuste fiscal mucho mĆ”s duro que el que nos aprestamos a ejecutar bajo el paraguas del FMI. ĀæEs factible el mismo, en tĆ©rminos polĆticos y sociales? ĀæQuĆ© nivel de consenso tendrĆa y quĆ© nivel de apoyo inicial recogerĆa? Esto tampoco se explicita.
Por Ćŗltimo, la dolarizaciĆ³n implicarĆa que, si no se reduce el dĆ©ficit fiscal a un nivel que permita hacer la deuda pĆŗblica sostenible, el mismo va a requerir del ajuste sĆ o sĆ en el sector pĆŗblico para que se arribe a tal situaciĆ³n. ĀæVan a estar dispuestos el Gobierno Nacional y los Gobernadores, en principio, a ajustar sus niveles de gasto pĆŗblico? ĀæCĆ³mo se va a construir el poder electoral y, por ende, polĆtico, tras acontecer dicho cambio de rĆ©gimen monetario?. Tampoco se explicita y menos aĆŗn se cree que la clase polĆtica va a renunciar a sus instrumentos de acceso, control y proyecciĆ³n del poder en el tiempo.
Es asĆ como, aĆŗn con la dolarizaciĆ³n, la principal pregunta que todo el mundo se formula es la siguiente: ĀæquĆ© tenemos que hacer para reducir y/o eliminar el dĆ©ficit fiscal?. La respuesta es fĆ”cil; lo difĆcil en su instrumentaciĆ³n. Porque el dĆ©ficit fiscal es culpa de un alto gasto pĆŗblico (que implica ingresos para amplios sectores de la sociedad, incluidos los mĆ”s ricos) como de una baja recaudaciĆ³n de impuestos (la economĆa informal o no declarada ronda el 40-45% del PBI actual). AquĆ es donde debemos intervenir. Porque si esto se corrige, no hay necesidad de instaurar una dolarizaciĆ³n. Pero esto requiere de consensos y acuerdos que hoy, claramente, estĆ”n de moda pero no reposan en las mesas de negociaciones de la clase polĆtica y dirigencial del paĆs.