A través de un comunicado, emitido este viernes, la ex presidenta cuestionó la política económica de Javier Milei y expresó análisis y demandas para el peronismo: «Hay que poder enderezar las experiencias y ordenar las nuevas demandas para poder alinear pensamiento, palabra y acción».

La ex presidenta Cristina Fernández emitió un comunicado este viernes, titulado «Es la economía bimonetaria, estúpido. Aportes para un debate argentino», en el que por un lado cuestiona la política económica del gobierno de Javier Milei y por el otro ensaya una autocrítica respecto del presente del peronismo, exhortando a buscar una estrategia para el futuro: «Hay que poder enderezar las experiencias y ordenar las nuevas demandas para poder alinear pensamiento, palabra y acción».

«A nueve meses de la llegada al gobierno de la primera experiencia global anarcocapitalista, una vez más y como siempre, la realidad se impone sobre las teorías extravagantes, los discursos incendiarios y las frases marketineras», expresó y cuestionó que el presidente Javier Milei, «que en campaña prometía eliminar la intervención y el control del Estado sobre la vida de los argentinos hoy, en el gobierno, no sólo interviene y controla, sino que además decide tres de los cuatro precios fundamentales de la economía», en referencia al dólar, el precio del dinero y el precio del trabajo.

Y en contraste, subrayó que «solo ha liberado el cuarto precio de la economía; el de los bienes y servicios, aunque con ciertas limitaciones: las tarifas de luz, gas y el transporte todavía conservan exiguos subsidios, en algunos segmentos de usuarios, y el Estado sigue sin contar con datos fehacientes sobre los costos reales de esos sectores».

Advirtió que esta receta se convierte en un «combo letal» cuando se le suma el ajuste fiscal «que es inconsistente e insostenible porque lo logra a partir del no pago de deudas exigibles para la administración central y del retiro del Estado de las funciones imprescindibles para la subsistencia misma del país como nación».

Alerta la ex presidenta que dicho escenario, en el marco de una economía bimonetaria, «ha llevado a una caída brutal de la actividad económica y ha provocado que nuestro país sea hoy más caro en dólares que los países desarrollados del mundo»; lo que vuelve a la celebrada inflación del 3% o 4% «en una verdadera tragedia social al producirse en el marco de una profunda recesión económica».

En otro tramo, en el que se mete más de lleno en el bimonetarismo y en el «cepo», y describe las corridas cambiarias ocurridas en las últimas décadas, afirma Fernández: «Abordar el problema de la economía bimonetaria y su correlato, la carencia de una moneda fuerte, es lo que debería movilizar a las fuerzas políticas y sociales que siguen creyendo en la Nación. Sin embargo, cuando la anti política se quede sin respuestas por el fracaso de teorías extravagantes que solo causan odio y dolor; no solamente deberemos reconstruir la moneda, sino también la política».

Autocrítica hacia el futuro
Finalmente, en el último tramo del texto, bajo los subtítulos «El peronismo se torció» y «El peronismo se desordenó», la ex presidenta ensayó una lectura autocrítica del último gobierno peronista y planteó algunos ejes para la generación de una estrategia que permita «organizar una fuerza política que vuelva a representar mayoritariamente, para pasar de ser oposición a alternativa de gobierno».

Con una clara referencia a las decisiones tomadas por el ex presidente Alberto Fernández, Cristina planteó que el peronismo se torció «cuando olvidó que los muertos no pagan las deudas y convalidó el préstamo multimillonario e irregular que el FMI»; y «cuando por primera vez en un gobierno peronista los trabajadores registrados no llegaron a cubrir la canasta básica total (CBT)», pese a que «la tasa de desempleo tuvo un excelente comportamiento alcanzando el nivel más bajo de las últimas décadas con el 5,7%».

Cuando «no recuperó el carácter universal que caracterizó a sus políticas sociales y que impedían el surgimiento de clientelismos que solo contribuyen a dividir y a enfrentar a los sectores populares entre sí, e irritar a nuestras clases medias»; «cuando mal administró las divisas obtenidas por superávit comerciales excepcionales y debilitó la fortaleza del Estado para administrar la economía bimonetaria de la Argentina»; y cuando «a pesar de haber atravesado la pandemia con una correcta gestión sanitaria», se «anuló la palabra presidencial por la aparición de un documento fotográfico donde se comprobaba la violación de las normas de aislamiento por parte de quien las había firmado».

Y finalmente afirmó que el peronismo se desordenó «cuando no advirtió la modificación de las relaciones laborales de la población económicamente activa, donde los trabajadores registrados en la actividad privada no sólo son minoría, sino que además, sólo el 40% de ellos está sindicalizado».

Alertó que la consecuencia objetiva es que las representaciones sindicales características del siglo XX y fundantes del peronismo, ya no son la expresión mayoritaria de los trabajadores.

También se desordenó el peronismo, según la ex presidenta, «cuando no avanzó sobre el viejo modelo de Estado omnipresente que derivó en ineficiencia e ineficacia y no construyó una nueva estatalidad más vinculada a la comunidad y su organización a través da la participación de sus diferentes estamentos».

Aseguró que tal ineficiencia e ineficacia deriva en burocracia y es observada por el resto de la sociedad no sólo con mirada crítica por la falta de resultados o de calidad de los servicios en la vida cotidiana, sino porque se termina viendo el empleo estatal como un privilegio frente al resto y, por lo tanto, un “gasto innecesario” que debe ser suprimido.

Asimismo, subrayó que el peronismo se desordenó «cuando no impulsó la reversión del déficit fiscal a través de la reducción del gasto tributario existente por eximiciones, exenciones o promociones a sectores concentrados de la economía; junto a una reforma tributaria que no sólo simplificara la administración impositiva, sino que permitiera construir un sistema más racional y equitativo».

También le endilgó al partido no haber planteado una revisión y reforma profunda de la educación pública, y no pudo superar el consignismo de la desigualdad social por un lado y el gatillo fácil por el otro para abordar un plan de seguridad de carácter integral, donde además se aborde el problema cada vez más creciente del avance narco en las barriadas populares como consecuencia del retiro del Estado y la porosidad de las fuerzas de seguridad.

«Cuando dejó de recordar que no solo donde hay necesidad hay un derecho sino también una obligación y que el trabajo es un derecho, pero también es un deber, por lo que es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume» y «cuando no reparó en las profundas modificaciones surgidas en el campo de la comunicación social por el avance de la tecnología: una trasformación de magnitudes similares a la imprenta de Gutenberg».

En ese marco, concluyó que «hay que poder enderezar las experiencias y ordenar las nuevas demandas para poder alinear pensamiento, palabra y acción: una trilogía indispensable a la hora de formular propuesta y estrategia que permitan organizar una fuerza política que vuelva a representar mayoritariamente, para pasar de ser oposición a alternativa de gobierno».