Por Hugo Busso. Dr. en Filosofía. Autor de Ecoocreatividad, EDUVIN, 2022. Profesor universitario en Paris (Francia)
Perspectivas experimentales y utopías ecoocreativas
Profetas y oráculos han existido en todas las culturas, aun bajo nombre y funciones no idénticas. En Grecia antigua la Pythie de Delfos, también los profetas de las tradiciones del Libro, adivinos, astrólogos, futurólogos, soñadores, visionarios, expertos. Hoy la ciencia habla de prospectiva en el análisis y en las perspectivas estratégicas. Esto es, para pensar con apoyo científico de lógicas reconocidas con modelos matemáticos, para delinear futuros plausibles, factibles y/o posibles. Todo esto en contextos complejos y caóticos, donde las incertidumbres en que la aceleración tecnológica y la degradación ambiental aumentan considerablemente. Situación novedosa, por cierto, desde he 300 mil años en que apareció el Homo Sapiens, porque nada lo limitaba a reducir su consumo. Sin embargo, hoy somos la primera generación humana que estamos obligados a reducirlo rápidamente. Los datos planetarios son el ejemplo que ilustra la situación de sus límites, para describir, interpretar y explicar la situación del calentamiento climático. Los datos del GIEC no son alentadores, ya que se suman nuevas angustias por malas noticias. Los datos del 2015 han sido corregidos, actualizados y aumentados: los límites en 2023 están mostrando que seis (en vez de cinco en 2015) de los nueve límites planetarios establecidos por el Stockholm Resilience Centre (SRC) han sido superados, poniendo en serio riesgo las condiciones de vida del Planeta Tierra[1].
El consenso científico mundial revela que son insostenibles las tendencias actuales de vida en su producción y reproducción a corto y mediano plazo (el largo plazo no entra casi en la cuenta) porque las penurias de vivir y las migraciones humanas forzadas a lugares habitables serán el tema de lo político a, nivel global. La lógica política de los Estados Naciones son un serio obstáculo, la lógica de bloques geopolíticos una potencialidad guerrera peligrosa.
Un fantasma caliente e infernal recorre el mundo, ¿Qué hacemos al respecto entonces?
El horizonte hacia 2100
Las emisiones antrópicas, es decir las causadas por las actividades humanas están en el nivel más alto de la historia de la humanidad. Según los informes del GIEC y de la OMM influencian al clima de modo evidente: las frecuencias y magnitudes de las olas de calor, las sequias, las precipitaciones, los ciclones tropicales, la elevación sostenida del nivel del mar, el calentamiento de los fondos marinos y la desaparición de glaciares entre tantos otros de igual importancia, son fenómenos extremos de mayor escala e impactos. Estas transformaciones irreversibles que van a continuarse durante siglos. Porque cada fracción o grado centígrado de calentamiento suplementario induce a cambios amplificados en regiones enteras. En referencia a 1850 la temperatura ha subido 1,1 ° C. El límite para no sobrepasar, para evitar catástrofes mayores es 1,5° C sabiendo que hay correlación entre la actividad humana y el cambio climático implicando la relación entre grados de aumento de temperatura y nivel de emisiones de gases de efecto invernadero. Se sabe que se pueden hacer más lentos, algunos cambios y otros pararlos directamente. La comunidad científica en su amplia mayoría está de acuerdo que esto es más que urgente, que es imperativo por la inmediatez porque todas las regiones están seriamente afectadas y necesariamente implicadas.
Estas implicaciones y afectaciones se dan en múltiples niveles y dimensiones con consecuencias negativas para todo lo viviente, para todos los ecosistemas, y muy en particular para la producción alimentaria de casi 10 mil millones de habitantes que tendrá el planeta en breve. Los alimentos, la energía, infraestructura, los recursos acuíferos, la salud pública sufrirán impactos mayores y en muchos casos irreversibles. No solo en la economía, sino en todas las dimensiones porque van haciendo imposible los modos modernos de organización social conocidos hasta ahora, en particular el capitalismo. Este no puede cambiar al nivel de los desafíos que enfrenta, porque el monetarismo como teoría económica y el neoliberalismo como ideología hegemónica no han incorporado aun específicamente los principios de las leyes de la termodinámica (la entropía, en concreto). Sabemos también, porque es parte de las tensiones geopolíticas actuales, que hay disparidades regionales muy profundas manifestadas en migraciones forzadas (3600 millones de personas están en contextos vulnerables), que se manifiestan en los desacuerdos en las cumbres por el clima, en las guerras actuales y en los conflictos comerciales de bloques regionales. Se suma a esto que el 25 % de las especies de los animales y vegetales estudiados están en riego de extinción (la sexta gran extinción de las especies)
Las opciones para salir de “La era de la necedad economicista”
Preguntas ligadas al presente, de modo conservador, ¿Hay que tolerar el sobre consumo de los sectores minoritarios más acomodados que contaminan muchísimo más en proporción comparativa de la mayoría de la población? ¿Qué Verdad se devela como acontecimiento con este modo de manifestación de “La Justicia”? ¿Qué significa “Libertad” en estos contextos de destrucción masiva y celerada de las condiciones de vida? ¿Qué tipo de escenario es factible, deseable y posible? Las respuestas no pueden ser tibias, sino revolucionarias, pero son del orden de lo inaudible, de lo inaceptable. Solo un discurso poético o profético podría hacerlo, aunque sería violentamente atacado y rechazado, por todo grupo de poder-saber. Ni las conclusiones científicas de los informes dados por instituciones reconocidas ni las posibles alertas poéticas/proféticas son tomados en cuenta, son fundamentalmente ignorados en el cálculo geopolítico y en la evaluación de las prioridades de la agenda de gestión pública. Lo importante sigue siendo, en la reducción economicista que reactualiza sus prejuicios ideológicos ligados al Neoliberalismo hegemónico, la acumulación de capital económico-financiero. Son las políticas del desastre que se convierten en el desastre de la política, en tiempos donde lo político es la clave de las decisiones.
La sociedad ecoocreativa, que es nuestra propuesta de indagación como una opción de lo posible[1], deberá ponerse de acuerdo de modo colectivo, democrático y multilateral acerca de la necesidad de limitar el consumo estableciendo una sociedad abierta, no regresiva compatible con la preservación del planeta. Debe ser una revolución colectiva y multilateral, porque sabemos por dos siglos de estudios de la medicina, psiquiatría, la psicología y la sociología que los comportamientos individuales están regidos por determinismos bio psicológicos muy poderosos, que nos incitan a consumir. Sufrimos individual y colectivamente unja suerte de adicción al consumo, del que es difícil liberarse. La educación deberá promover y remover la idea de justicia, porque es clave. Diríamos un imperativo a hacer consciente como núcleo de lo político, de que todos los individuos se beneficien de los mismos derechos y restricciones. Es decir, deberes y responsabilidades en lo que respecta al consumo y al modo de vida como horizonte colectivo. El cambio que se requiere es de tal magnitud que se a más propicio si los esfuerzos son distribuidos igualitariamente. La desigualdad deviene un obstáculo, una fuerza mayor al cambio. El paradigma neoliberal es el obstáculo, por este mismo argumento. Para esto, habrá que hacer consciente a nivel masivo los imites planetarios y lo que esto implica en lo social, para que se comprenda porque non podemos seguir en este modelo social y porque deberemos cambiar. Lo político canalizara los desacuerdos en democracias radicalizadas que tengan como horizonte la cooperación y las prioridades ecosistémicas y no al mercado como es actualmente en el modelo NL. La Vida Buena no es sinónimo de sobre consumo, sino de una vida discreta, frugal e integral.
La situación los aprietos están sobre la mesa de negociones y opciones. Actuemos o no, la urgencia de parar el sobreconsumo como núcleo concreto de la crisis ecológica actual, se hace más compleja, incierta, frágil y profunda por la situación presente de desafíos, dudas intensas y soluciones puestas entre signos de preguntas y de admiración, con puntos suspensivos que más que titubeos, son pesimismos difíciles de sobrepasar. Ni las soluciones, ni las respuestas adecuadas, ni las verdades están en mayúsculas para los expertos, ni para los organismos internacionales, ni para los investigadores. La verdad indubitable parece ser la ecoansiedad que se genera en la situación de degradación ambiental ya perceptible y cuantificada. Lo sabemos tanto por percepción directa e intelectual (presentadas por los sucesivos informes del GIEC), trabajo interesante para los filósofos entonces. Es el retorno de la filosofía y la política, que demanda una racionalidad científica, desde el paradigma de la complejidad, que evite el catastrofismo y las visiones incautas del tecno – solucionismo de una humanidad aumentada, al servicio de la economía financiarizada. Hay que dejar de aislar la técnica y la tecnología como objetivo en sí mismo, y reconocerlas en sus relaciones complejas con la sociedad y el ambiente, que deberían no estar regladas de modo simplista por el afán economicista de acumulación de capital.
El pensamiento crítico asume la tecnología, pero es precavida en relación con la actitud naif ante la colonización de la vida por la técnica y la IA, cuyas posibilidades abren a un apartheid de nuevas características producidas por intrusión de modelizaciones algorítmicas, con el afán de convertir en mercancía la mínima expresión vital y social de toda manifestación viviente. El psiquiatra y filosofo Miguel Benasayag, ha sugerido interesantes reflexiones al respecto[2]. Deberemos contar con tecnología, pero esto solo nos era la solución milagrosa. Las tendencias ambientales, no van bien, ya que en 2019 las emisiones de GEI fueron 10% más altas que en 2010 y 54 % más elevadas que en 1990. La tecnología esta inmiscuida en estos resultados, es corresponsable ya que no hay neutralidad posible. Está claro que nuestra civilización moderna-capitalista termo-industrial es adicta a las energías fósiles: pareciera ser que no podemos cambiar rápidamente, aunque lo queramos. Si bien las acciones climáticas se multiplican, ya que hay leyes para reducir y limitar emisiones que implican a 56 países que hacen más de la mitad de las emisiones de GEI, y esto es una buena noticia. La tendencia, sin embargo, es de todos modos al aumento de la temperatura planetaria, el tiempo corre en nuestra contra. Los modelos y simulaciones científicas de escenarios posibles, acerca de las hipótesis de emisiones y sus consecuencias, dan diferentes variables en el horizonte del 2100: de 1,5 ° hasta un insoportable 4° para la vida actual (porque la tornaría imposible, según las condiciones y conocimientos actuales).
Por todo esto, hay que atreverse a pensar radicalmente la complejidad[3] que nos desborda. No estamos en un tiempo que pueda definirse solo por la era del vacío (Lipovetsky), ni en la era liquida (Bauman), ni en “la era de la boludez” (Divididos, grupo de Rock, título de un disco de culto en la juventud argentina en la década de los 90, previo al estallido social conocido como “Corralito”). Estamos desde hace varias décadas en Europa y América al menos, en la era de la necedad economicista (monetarista[4] y neoliberal). Porque la devoción al fetiche “moneda” (dinero), en sentido antropológico, determina el credo religioso dogmático concreto, de un fanatismo depredador y violento sin precedentes. Con máscaras pseudocientíficas ya insostenibles para especialistas de reconocimiento académico y mediático -como son, entre tantos, Pierre Bourdieu, Gael Giraud, Frederick Lordon, Briam Massumi, laval & Dardot, Naomi Kleim, Thomas Picketty, Jean-Claude Michea[5]-. Por esto, sostenemos que habrá que generar dispositivos de experimentación colectiva y ampliación de lo común intergeneracional, limitando la propiedad privada y los supuestos individualistas del liberalismo clásico.
Dispositivos de experimentación para detener a barbarie que viene, como propuso Isabelle Stengers. Estos serán la clave para evitar las políticas del desastre para anticiparse al desastre de la política (Montes Montoya). La República Argentina es un lamentable ejemplo de reflexión de lo que hay que evitar, en referencias a las políticas de extrema derecha “liberticidas” (libertarias en sus perspectivas) propuestas por el presidente actual electo, quien par muchos evidencian un desequilibrio psicológico. Es decir, no es un clown que actúa un personaje, es tan auténtico que supera a Trump, Bolsonaro y Seymour por su originalidad en las identificaciones y construcción de un imaginario que repite y profundiza el “más de lo mismo” neoliberal. Por esto es por lo que mirar al futuro, de modo prospectivo es un imperativo de la inteligencia. En nuestro caso será un intento ecoocreativo, como imaginario postneoliberal factible, plausible y deseable.
La pregunta, entonces, es ¿cuáles son las opciones? La primera respuesta plausible seria que debe ser un imperativo. Es decir que el máximo esperado de emisiones sea para el próximo año 2025, para quedarnos en 1,5 ° evitando la acumulación de GEI. Pero implicaría una rediscusión de la geopolítica y a la mundialización económica financiera actual de modo profundo, como posibilidad más que necesaria, milagrosa, ya que al horizonte 2030 debería haber i bajando la cantidad de emisiones. Esta reducción se la calcula del orden del del 43% de GEI: reducción que implica un no crecimiento económico, y es sabido que sin este crecimiento no hay capitalismo posible porque se impide la acumulación en los términos economicistas. Trump, Milei, Putin, la UE y China tienen otras prioridades geoestratégicas porque no salen de su horizonte paradigmático hegemónicos de la globalización económica-financiera Neoliberal. Un modernismo de una ilusión que es la necedad economicista a la que aludimos, como modo de irresponsabilidad fanática reduccionista a un credo ultimo. Son como bloque conjunto homogéneo (con pequeñas diferencias secundarias entre ellos) más fanáticos y sesgados que los talibanes de Afganistán, si uno mira la situación desde Sirio…
La respuesta es, como cambio de orientación radical a la situación actual y abandono épico del imaginario hegemónico neoliberal de la mundialización actual, la experimentación colectiva postneoliberal inmediata y urgente, porque es lo más importante. Evidentemente será caótica, creativa porque es imperiosa de cambios inmediatos de contextos, hábitos, prácticas y expectativas en todos los niveles y dimensiones. Es decir, una revolución acelerada y profunda de los imaginarios hegemónicos, que deberán ser postneoliberales, a los que llamaremos “ecoocreativos”. Esto es, para evitar el más de lo mismo y soluciones ecofascistas como degradación democrática (“La sangre y la tierra”, eslogan olvidado del nazismo), que se apoyarán, es de prever, en un tecno-solucionismo profético y naif. Ideología que tiene su etiqueta, conocida como ‘transhumanismo’, que ya no sería ciencia ficción sino apuestas pro-apocalipsis prediluvianas, fruto de un esoterismo distópico tan imprudente, innecesario como irresponsable porque sería una destrucción de lo viviente con la ilusión de aumentar lo humano, según Miguel Bensayag (2016)[6].
Seis variables analíticas de horizontes y utopías experimentales
Hay diversas variables, niveles y dimensiones analíticas para pensar prospectivamente el horizonte de fin de siglo (2100) desde la complejidad y los efectos sistémicos del desarreglo climático en curso. Abriremos las que consideramos más adecuadas como ejercicio heurístico.
- Ecología y democracia, equilibrio ambiental e igualdad social son complementarias y deben ser abordadas conjuntamente. Es evidente que hay desigualdades entre seres humanos y entre especies, la justicia climática deberá tener mayor amplitud de miras y propósitos, implicando la reflexión de las normas, la moral y la ética de lo político como campo transversal de la totalidad de la experiencia planetaria. Además de las condiciones energéticas y vitales del equilibrio que la torna posible genera la reflexión como acontecimiento de importancia capital
- Esto genera interrogantes acerca de los conflictos actuales, como anticipos del futuro: guerras y desafíos geopolíticos, aprovisionamiento de energía, materias primas básicas, agua, relocalización industrial, populismos y xenofobia consecuencia de migraciones masivas. Competencia tecnológica, repartición de la riqueza y sostenibilidad ambiental. Los gobiernos serán sobre todo la institucionalización de los desacuerdos para evitar la guerra y la destrucción del “otro”.
- Los destinos demográficos del planeta, en épocas del Antropoceno: migración y hospitalidad, alimentación y diversidad como tema político fundamental. Las “identidades”, y las reacciones instintivas en contextos de migraciones multitudinarias requerirán prever, acordar y planificar la escasez.
- Los destinos de la mundialización numérica, comercial y financiera y las disputas de bloques geopolíticos en un mundo multipolar. Las consecuencias de las rupturas tecnológicas y las condiciones de aprovisionamiento tanto de bienes fundamentales a la vida como de energías y materias raras será tema político más que económico.
- Los nuevos paradigmas y las ideas en mutación: diferentes Taos (economía política- antropología; crecimiento- ecología, poder-tecnología, humanidad- Terrestres, sociedad ecología- información democracia; poder- disipación, anticipación prospectiva presente- causalidad creativa de futuro) para pensar el presente y el devenir de conductas más o menos adecuadas a los desafíos socio ecológicos. La inteligencia analítica e interpretativa no se reduce a la capacidad algorítmica, sino a la política como modo de procesar la ignorancia colectiva e institucional. Los resortes actuales y las trayectorias posibles como la educación, el consumo, alimentación, la innovación: lineal y circular; contracción-expansión-salto, sistemas caóticos complejos -mecanismo de funcionamiento. La transdisciplinariedad como horizonte político en sentido ecológico y sistémico.
- Pensar en concreto de modo político transdiciplinario: la ciudad del futuro. La ciudad futura como diseño territorial circular, simbiótico autosostenible y frugal de lo común intergeneracional: vegetalizacion, aislamiento y climatización, agua y lugares de reaseguro de alimentos en un mundo que no podrá emitir gases ni crecer económicamente a tasas actuales. Es decir que deberá decrecer en términos cuantitativos y cualitativos para cumplir los objetivos que se ha impuesto la comunidad internacional de emisiones 0 al 2050. Nuevos repartos de lo sensible como realidad “natural” y de la verdad aceptable- consensuada delimitaran nuevos imaginarios post neoliberales.
[1] Busso, 2021; Busso & Montes Montoya 2022. Busso, 2023 a ; 2023 b
[2] (2017) La singularité du vivant, Le Pommier, Francia.
[3] Schnittman, 1996; Morin, 2014
[4] Pude leerse una definición de monetarismo en:
La economía monetarista podríamos resumirla como una corriente de pensamiento económico que se basa en la teoría del dinero y del ciclo económico. Los monetaristas sostienen que la oferta de dinero es el principal factor que determina el nivel de precios en una economía, que la política monetaria es el principal instrumento que tiene el gobierno para influir en la economía. Creen, además, si viene esta desmentida por repetidos análisis científicos y contextos soco-históricos como el de los últimos 50 años en Argentina, que la inflación es causada principalmente por un aumento excesivo en la oferta de dinero, y por lo tanto, sostienen que el gobierno debe controlar la cantidad de dinero en circulación mediante la tasa de interés y la regulación de la creación de dinero por parte de los bancos centrales. Los monetaristas también sostienen que el gobierno debe mantener una política fiscal austera, con el fin de evitar el endeudamiento excesivo y el aumento de la inflación.
[5] Ver referencias bibliográficas.
[6] Cerveau augmenté, homme diminué, La Découverte, Francia. Ver el reportaje : https://www.agirparlaculture.be/miguel-benasayag-augmenter-l-humain-ecraser-le-vivant/