En un destacado avance de la ciencia biomédica con potencial impacto en la salud pública infantil, un equipo de investigadores liderado por el Dr. Lisandro Otero, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), logró caracterizar a nivel atómico un fármaco experimental que podría convertirse en el primer tratamiento específico contra el síndrome urémico hemolítico (SUH).

El estudio, resultado de una colaboración internacional entre instituciones de Argentina, España y Estados Unidos, fue publicado recientemente en la revista científica Protein Science, de la Sociedad Internacional de Proteínas, y fue destacado como imagen de portada por su relevancia. La investigación se centró en un desarrollo innovador de la empresa biotecnológica Inmunova S.A., basado en anticuerpos diseñados por ingeniería de proteínas, dirigidos a neutralizar la toxina Shiga, producida por cepas patógenas de Escherichia coli, principal causante del SUH.

En Argentina se registran entre 400 y 450 casos anuales de esta enfermedad, la mayoría en niños menores de cinco años, lo que posiciona al país entre los de mayor incidencia a nivel mundial. El síndrome urémico hemolítico puede provocar insuficiencia renal aguda, anemia hemolítica y otras complicaciones graves, muchas veces con secuelas permanentes.

La investigación empleó la técnica de criomicroscopía electrónica, una tecnología de vanguardia que permite visualizar estructuras moleculares con resolución atómica, lo que fue clave para describir en detalle la forma en que los inmunógenos interactúan con la toxina.

El Dr. Otero, integrante del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud (INBIAS-CONICET), encabezó el proceso de caracterización estructural de los inmunógenos, pieza fundamental para comprender su mecanismo de acción y avanzar hacia su posible uso clínico.

Este avance representa un paso crucial en el camino hacia el desarrollo de terapias dirigidas para el SUH, una enfermedad para la cual, hasta el momento, no existe un tratamiento específico aprobado. La articulación entre ciencia pública, tecnología y empresas biotecnológicas demuestra el valor de la cooperación para enfrentar desafíos sanitarios que afectan a miles de familias.