Las carnicerƭas que dependen exclusivamente de la demanda interna deben enfrentar una merma de clientes, mƔs una suba de los servicios que deja a mƔs de una al borde del cierre.

Los últimos datos publicados por el sector de la carne dan cuenta de una caída de la demanda en medio de la recesión. En los primeros cinco meses del año, cada argentino consumió en promedio un 16% menos que en el periodo enero-mayo del 2023. De acuerdo al último reporte de la cÔmara que nuclea a la industria de la carne proyectan un consumo anual de 44 kilos per cÔpita, tomando como partida la demanda interna de la primera parte del año. Esto significa valores por debajo, inclusive, de los recesivos años pandémicos.

TambiƩn producen menos los frigorƭficos
Estas proyecciones estiman que cada consumidor de cortes vacunos demandarÔ durante este año 8,3 kilogramos menos que el año pasado. Pero no sólo el consumo estÔ con flechita para abajo, la producción misma de carne vacuna estÔ en fase contractiva. La industria frigorífica estÔ produciendo un 8% menos en la comparación interanual. Tal es la merma que desde el interior de la industria comentaron que la recesión llevó a muchos frigoríficos a reducir las jornadas de actividad.

Hay dos factores que estÔn incidiendo en el rubro de la carne hoy: la depresión de la economía y el propio ciclo ganadero. Miguel Schiariti, presidente de la cÔmara de industriales de la carne, explicó La Nueva Mañana que se estÔn sintiendo los efectos de la sequía del año pasado. Ocurre que en el 2023 al encarecerse la alimentación de los animales por los malos factores climÔticos fue mÔs rentable enviar al animal a faena que esperar que obtenga el peso ideal. En consecuencia, aumentó la cantidad de hembras faenadas, lo cual hace que hoy haya menos terneros.

Se faenan mÔs de un millón de cabezas menos que el año pasado a estas alturas
AdemĆ”s, cuando hay poco alimento como durante la sequĆ­a ā€œlas preƱeces son magras, por lo que hoy tenemos 600.000 terneros menosā€. Miguel Schiariti destacó que el 50% de los animales que ingresan a faena son hembras, por lo que aĆŗn se mantiene en porcentajes elevados. En lo que va del 2024 ā€œse faenaron mĆ”s de 1 millón de cabezas menos que en el mismo perĆ­odo del aƱo pasado. AdemĆ”s, la demanda estĆ” mĆ”s reducida que la oferta, lo cual hace que el precio de la carne no aumenteā€, agregó el presidente de la cĆ”mara. Esto significa que no hay indicio de que vaya a incrementarse la producción de carne en un corto o mediano plazo.

No obstante, el negocio se mantiene porque al haber lluvias hay mÔs pasturas y también bajó el precio del maíz con el que alimentan al ganado. Con lo cual, se abarató uno de los costos de la producción de carne. Sin embargo, el eslabón de la cadena mÔs complicado es el de la comercialización. Las carnicerías que dependen exclusivamente de la demanda interna deben enfrentar una merma de clientes, mÔs una suba de los servicios que deja a mÔs de una al borde del cierre.

La recesión es la principal contención de los precios
Vale destacar que usualmente cuando la producción de carne baja, los precios aumentan, pero nada de eso estÔ ocurriendo. En comparación con la inflación general, las subas de la carne estÔn por debajo. De hecho, viene incrementando un 50% debajo de las subas promedio que mide Indec en lo que va del año. Es decir, con aumentos muy por debajo de la inflación no termina de armarse la demanda de este bien. Lo único que explica este fenómeno es la caída del poder adquisitivo en el marco de la gran recesión económica que esmerila la demanda.

Las alarmas en el tablero del consumo son varias. Por el lado del poder adquisitivo, ni los salarios del sector privado, ni tampoco las jubilaciones se recuperan de los fogonazos inflacionarios de diciembre, enero y febrero. En consecuencia, los ingresos informales cuya recomposición es mÔs lenta que la de los formales pierden aún mÔs frente a la inflación. A esto hay que sumarle el aumento de la desocupación que se estima en cientos de miles (las cuentas sueldo cerradas ya orillan las 300 mil en el primer semestre).

Caída del poder adquisitivo y la reducción de la masa salarial
De lo anterior se desprende que de la caída del poder adquisitivo y la reducción de la masa salarial no puede haber otro resultado que el de la contracción del consumo. Es lo que se advierte no solo en el rubro carnes. La consultora especializada en consumo Scentia midió este fenómeno en supermercados y autoservicios concluyendo que las ventas cayeron un 8% durante los primeros cinco meses del año. En efecto, la inflación se desacelera, pero eso no estÔ traccionando a la demanda.

Contrariamente, la recesión explica la desaceleración de los precios. De hecho, en el sector cÔrnico reconocen que, en este estado de situación, una recomposición de la demanda traccionada por una recuperación del poder adquisitivo de los ingresos generaría una recomposición de los precios de la carne. Lejos del escenario ideal de aumento de la producción, incremento de las exportaciones y el consumo interno con precios estables consecuencia de una oferta que se expande mÔs que el consumo como resultado de una mayor productividad en los campos.

Fuente: La Nueva MaƱana