Un equipo de científicos argentinos dio un nuevo paso en la comprensión de los mecanismos con los que las plantas responden a las bajas temperaturas. A partir de estudios realizados en el modelo vegetal Arabidopsis thaliana, los investigadores lograron identificar cómo actúa la hormona auxina en la adaptación de las raíces al frío, hallazgo que podría ser clave para el desarrollo de cultivos más resilientes, como el tomate y la alfalfa.

La investigación, liderada por la bióloga Victoria Berdion Gabarain en el Laboratorio de Biología Molecular y Celular de Plantas de la Fundación Instituto Leloir, fue recientemente publicada en la revista científica Plant Communications. En ella se revela que, cuando la temperatura desciende a menos de 10°C, las raíces de Arabidopsis desarrollan pelos radicales hasta tres veces más largos de lo habitual. Estas estructuras, fundamentales para la absorción de agua y nutrientes, resultan cruciales para la supervivencia en ambientes hostiles.

El estudio comprobó que este fenómeno está fuertemente influenciado por la auxina, una hormona vegetal que regula el crecimiento y desarrollo de las plantas. “No sólo confirmamos que las auxinas intervienen en el alargamiento de los pelos radicales bajo frío, sino que también entendimos cómo lo hacen”, explicó Berdion Gabarain a la Agencia CyTA-Leloir.

Para arribar a estas conclusiones, el equipo utilizó diversas estrategias experimentales, como plantas modificadas genéticamente, inhibidores hormonales y marcadores fluorescentes que permitieron rastrear la distribución de auxinas en las raíces. Se detectó que, a bajas temperaturas, se acumulan los precursores de auxinas y aumenta la actividad de la enzima YUC8, clave en su síntesis. Además, se incrementa la proteína transportadora PIN2, que traslada estas hormonas desde la punta de la raíz hacia la zona donde se forman los pelos.

“El proceso no implica simplemente producir más auxina, sino redistribuirla de forma precisa para activar selectivamente el crecimiento en la región adecuada”, detalló Berdion Gabarain.

El director del laboratorio, el doctor José Manuel Estevez, subrayó la importancia de estos hallazgos: “Nuestro desafío ahora es comprender en detalle cómo esta hormona coordina diversas respuestas en tiempo real. A futuro, buscamos aplicar este conocimiento para diseñar cultivos inteligentes, como alfalfa y tomate, con una mayor capacidad de adaptación a suelos y temperaturas variables”.

Este tipo de desarrollos biotecnológicos abre nuevas posibilidades para la agricultura del futuro, promoviendo sistemas productivos más eficientes, sostenibles y resistentes al cambio climático.