Por Sandra Choroszczucha – Politóloga y Profesora de la UBA
Hace varias décadas, una destacada politóloga alemana, Elisabeth Noelle-Neumann, indagó sobre ciertas cuestiones con el propósito de que se pueda comprender con mayor claridad el concepto de “opinión pública”. Así, a partir de su modelo de “la Espiral del Silencio” pudo explicar el comportamiento del individuo y de los votantes en particular, y su impacto sobre la opinión del público.
Para Noelle-Neumann, la opinión pública se encuentra constituida por “aquellas opiniones pertenecientes al terreno de la controversia, que uno puede expresar en público sin sentirse aislado de los demás”.
La autora destaca que los individuos experimentan un continuo miedo al aislamiento, y ese miedo lleva a que éstos evalúen constantemente el clima de opinión, y lo que resulta de esa evaluación influye en la expresión o el ocultamiento de sus opiniones.
Siguiendo este abordaje, la autora explica como cada individuo cuenta con una intuición cuasi estadística que le permitiría percibir cuál es la opinión dominante y cuál no lo es. Entonces, si una opinión coincide con la opinión que se considera dominante se animará a expresarla, pero si no, por temor al aislamiento, el individuo tenderá a silenciar. Y así, la opinión dominante seguirá predominado en esa suerte de espiral en escalada.
Cabe preguntarse si para Noelle-Neumann se puede salir de esta espiral. Y la respuesta es que sí. El mecanismo de esta teoría sería el siguiente: a cada vuelta que da la espiral se producen más adeptos a circular y por lo tanto más silencios, hasta que se llega a un número reducido de individuos, que, aunque puedan pensar diferente no tienen miedo a expresarse y a quedar por fuera de la espiral silenciosa. Estos individuos pertenecerían a los llamados núcleos duros (que sostienen sus convicciones ancladas en ideas del pasado) o las vanguardias (que sostienen sus ideas con perspectivas de cambios futuros). De tal modo, estos dos grupos serían los que hacen posible que se construyan otras maneras de pensar y opinar, diferentes a las que se supone que prefiere la mayoría.
Argentina y su espiral del silencio: de cara a las últimas elecciones presidenciales de 2023, ocurrieron tres comicios electorales, en primer lugar, el 13 de agosto se celebró una elección PASO (Primaria, Abierta, Simultánea y Obligatoria), en segundo lugar, el 22 de octubre una elección general donde compitieron los candidatos que ganaron las internas en las primarias, y como ningún candidato obtuvo más del 45% de los votos ni más del 40% con una diferencia porcentual de 10 puntos con su contrincante, el 19 de noviembre se celebró un ballotage donde los dos candidatos más votados debieron competir nuevamente para que se definiera quien sería el próximo presidente de la nación.
En las elecciones primarias Patricia Bullrich del ex Juntos por el Cambio ganó la interna para competir en la elección general y la coalición obtuvo 28,27% de los votos, Sergio Massa de Unión por la Patria kirchnerista ganó la interna y su frente obtuvo 27,27% de apoyo electoral, Milei que no compitió con nadie en la interna obtuvo con su novato partido La Libertad Avanza 30,04% de los votos. Los demás candidatos de otras fuerzas obtuvieron porcentajes mucho menores, Hacemos por Nuestro País con Juan Schiaretti como candidato obtuvo 3,83% y las demás fuerzas porcentajes inferiores a este.
Llegó la elección general y Patricia Bullrich obtuvo 23,83% de los votos, Sergio Massa 36,68% y Javier Milei 29,98%. Y en el ballotage, tras el encuentro veloz (al día siguiente de celebrada la elección general) de Milei con Mauricio Macri y Patricia Bullrich pudimos constatar el apoyo que ofrecían los halcones del ex Juntos por el Cambio lo cual resultó en que Milei (quien el día anterior al ballotage había degradado sin piedad a Patricia Bullrich) pueda competir con mucha más ventaja contra Sergio Massa devenido en versión kirchnerista. El resultado ya lo conocemos, y con 55,69% de los votos Milei logró llegar a la presidencia, mientras que Massa obtuvo un apoyo de 44,30%.
Interpretemos los datos que polarizaron
Esta lectura rápida no debería impedirnos hacer una lectura más sofisticada. En la elección primaria pudimos constatar un empate técnico entre las tres fuerzas, La Libertad Avanza, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio. Y en la elección general, si bien Massa aumentó su caudal de votos (probablemente de votantes que no eligieron a Massa sino que optaban por él, porque lo preferían antes que a Milei), permaneció casi un 24% del electorado que no quería “pasta o pollo”. Así, entre las primarias y las generales, entre un tercio y un cuarto de la población no se sentía parte de la barullenta extrema polarización.
Mauricio Macri y Patricia Bullrich decidieron apoyar incondicionalmente a Milei y así apostar por la extrema polarización y remarcarla. Pero existían muchos más dirigentes de la coalición cambiemista, palomas y halcones también, que podrían haberse plantado en su postura original y no lo hicieron.
Por eso, ya sea por débiles posturas o pésimas tácticas de la dirigencia política que no se sentía parte de “Milei o Cristina”, y por una escasa demanda ruidosa de votantes que pretendían estar ubicados en un espacio intermedio entre la ultra derecha conservadora y el populismo de izquierda, como fuera, Juntos por el Cambio murió, y la polarización se fortaleció. Y Patricia Bullrich se pasó a los 5 minutos a La Libertad Avanza.
Concluyendo en este nuevo viejo contexto bipolar: la Espiral del Silencio comenzó a tomar mayor fuerza, debido a que ese significativo porcentaje de dirigentes y electores no mileistas ni kirchneristas, comenzó a callar por un descrédito de época a la moderación y templanza, y especialmente por temor a ser vinculado con una u otra parte de la Argentina partida. Las voces de “los del centro” se silenciaron cada vez más mientras las voces de la insolente grieta se volvieron más ruidosas que nunca.
Si nos enfocamos en las opiniones y preferencias de vida del electorado argentino, podemos debemos preguntarnos si existen solamente dos modos y dos modelos de encarar la política, la economía y la cuestión social en nuestro país.
¿Acaso “los núcleos duros” o “las vanguardias” de la Argentina serán los que podrán desafiar a los silencios de tantos disconformes con los nacionales y populares y con los anarco capitalistas?





