Se concretó, con una presencia de más de 300 productores agrícolas, otra jornada sobre “buenas prácticas agropecuarias”, centrada en este caso sobre la colocación de líquidos en los cultivos, sean estos para eliminar plagas, para mejorar el terreno, con el fin de aprovechar al máximo la superficie y obtener mejores rindes de los cultivos.

La actividad se desarrolló en las instalaciones del Aero Club de Río Cuarto, bajo la organización y supervisión del jefe de la Agencia de Extensión Rural del Río Cuarto, ingeniero Sebastián Muñoz.

Aviones de fumigación, drones, pulverizadoras tractorizadas, y también equipos de menor tamaño que son llevados a tiro por camionetas. Todo con el fin de obtener la máxima precisión no sólo para ahorrar agroquímicos, sino para que los mismos cumplan a pleno con la función para la cual fueron elaborados en los laboratorios.

Es que sucede que todo se va modernizando y no basta como hace años en tener cuidado con el viento para que al fumigar en avión o con otra maquinaria o método, se vuele el líquido y perjudique otros terrenos o afecte a lugares poblados.

“Uno de los objetivos que propuse al llegar a Río Cuarto fue poner el acento en la aplicación de nuevas tecnologías en el agro y como se incorporan o implementan entre los productores, es decir cómo se hace la bajada a tierra de estos nuevos conocimientos”, señaló el ingeniero Sebastián Muñoz.

“Todo esto se refiere a la tarea de extensión que se lleva a cabo con la participación de instituciones intermedias, empresas privadas y productores”, explicó Muñoz.

Aplicaciones fitosanitarias 
La jornada comenzó a primera hora de la mañana y se contó con la presencia de especialistas a nivel nacional de aplicación de fitosanitarios. La labor del INTA se desarrolló con otros sectores que conforman la mesa de Buenas Prácticas, de la cual Muñoz es vicepresidente.

El objetivo de la jornada fue dar a conocer las buenas prácticas y los distintos elementos tecnológicos que tiene hoy a su alcance el productor.

Toda esta tarea se realiza en coordinación con el ministerio de Industria y Producción de la Provincia y se otorga a los aplicadores una certificación que los habilita para llevar a cabo esta tarea, ya sea en avión, o con drones o maquinaria terrestre.

“No es la primera vez que se hace. El año pasado tuvimos la primera edición de Jornada Fitosanitaria 360, como se la denomina y ahora hemos incorporado nuevos elementos. Pretendemos realizarla anualmente e ir mejorando para beneficio de los productores”, sostuvo.

Lentitud 
Al ser consultado sobre el interés que despierta esta propuesta, dijo que “se van adquiriendo nuevas buenas prácticas pero es algo lento. Se dan cursos en distintos lugares y vemos que hay un avance pero nos gustaría un avance mayor. Por ejemplo, todavía se dejan tirados envases de fitosanitarios al costado de arroyos, caminos…. Son cosas sobre las que hay que insistir y avanzar en las buenas prácticas”.

En los campos, fuera de los poblados, existen lugares acondicionados especialmente para desechar los envases limpios que luego son recogidos y se evitan contaminaciones.

“Nosotros vemos que muchos productores van haciendo la receta para aplicar el fitosanitario, pero si vemos el universo regional o nacional, vemos que los registrados son un número que podría incrementarse mucho más”, explicó Sebastián Muñoz.

Si se compara la situación con la existente en otros países, en algunos ni se ponen en práctica estas técnicas por lo cual estamos puy por encima de ellos, mientras que si se compara con Europa, existen muchos más controles ya que en los campos se cultiva más diversamente y no se limita a cuatro o cinco cereales o leguminosas.

“El beneficio (de aplicar buenas prácticas agropecuarias) es múltiple. Esto es como una mesa de cuatro patas: la parte económica, lo fisioproductivo,(que hace crecer la producción), el beneficio ambiental (si nos excedemos se baja a las napas y tenemos daño ambiental) y la cuarta pata es lo social. Eso se ve cuando se aplican fitosanitarios que afectan a las poblaciones”, expresó.

“Cada producción tiene su particularidad y hay que tener en cuenta las particularidades para que sean beneficiosas para todos”.

El por qué no se aplican de buena forma las normas es todo un tema cultural. “Dejar un bidón tirado al lado del camino, cuando depositarlo finalmente en donde corresponde, no trae un perjuicio económico, sino que es más bien un hábito cultural y sobre eso estamos trabajando”.

“Todo productor sabe los lineamientos básicos de las buenas prácticas. Nosotros le vamos sumando los avances que se dan. Pero hay una realidad: muchas veces nos enteramos que no tienen en cuenta el viento para salir a fumigar. Siguen lavando máquinas al costado de los arroyos –por ejemplo- y uno se pregunta por qué, cuando la ley prohíbe hasta ingresar con las máquinas en los lugares poblados”, dijo Muñoz.

“La ley está y es clara. Pero tendríamos que tener agentes que controlen en todos los pueblos. Debería haber inspectores que labren multas porque está prohibido entrar al pueblo con una máquina de aplicación, lavarla, etcétera. No se da abasto con los controles”.

“Por el otro lado, si nos ponemos del lado del productor, no hay en el Estado una política estable o duradera en el tiempo, ya que la cambian periódicamente. Lo vimos los otros días en el tema de las retenciones. No se justifica, pero se entienden algunas cuestiones de los productores que están muy ajustados con los números. Armar en su campo un lavadero con las normas adecuadas no lo ve porque quizá no le dan los números”.

El otro factor que conspira para las buenas prácticas es que una gran parte de los campos son alquilados y quienes van a instalarse por una temporada de cultivo no muestran interés marcado en el cuidado de la tierra io en invertir ya que no es algo que lo puedan sentir como propio.